Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
Dormir no es un lujo, es una necesidad biológica fundamental, tan vital como alimentarse correctamente o mantenerse hidratado. La higiene del sueño se refiere a las costumbres y circunstancias que promueven un descanso apropiado y reparador. Desafortunadamente, en el mundo actual, solemos recortar horas de sueño por trabajo, tecnología-pantallas, etc., ignorando que esto tiene un alto costo para nuestra salud.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja entre 7 y 9 horas de sueño por noche para adultos, mientras que niños, niñas y adolescentes necesitan aún más horas. Dormir bien refuerza el sistema inmunológico, regula el apetito, mejora la memoria, el estado de ánimo y el rendimiento físico e intelectual.
Dormir bien también conlleva múltiples beneficios probados:
En cuanto a la luz solar, según estudios publicados en Nature Neuroscience y la Sleep Research Society, recibir luz natural durante los primeros 30 a 60 minutos de la mañana regula la producción de melatonina (hormona del sueño) y mejora la calidad del descanso nocturno. Además, ayuda a sincronizar el metabolismo, el estado de alerta y la temperatura corporal. Esta práctica ayuda a “reiniciar” el reloj circadiano, el sistema biológico que regula nuestros ciclos de sueño y vigilia.
Dormir bien es mucho más importante de lo que quizás creíamos. Es una inversión diaria en salud física, mental, emocional y metabólica. Comencemos aumentando poco a poco el tiempo de sueño, un día a la vez, 10-15 minutos más temprano cada día, hasta lograr crear el hábito de dormir al menos 7 horas cada noche. Nuestro cuerpo, mente y espíritu nos lo agradecerán. Esta columna es la sección educativa de la Sociedad Dominicana de Nutrición Clínica y Metabolismo. Escribe tus preguntas a: sodonuclim@gmail.com/@sodonuclim.
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