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Tiernas y graciosas imágenes de algunos momentos de Vakeró compartiendo con parte de sus 11 hijos.
Manuel Varet, mejor conocido como Vakeró, no es solo una de las voces más auténticas de la música urbana dominicana, también es padre de 11 hijos, a quienes define como “guerreros con luz propia”.
A lo largo de los años ha aprendido que la paternidad es un viaje sin descanso y sin fórmulas mágicas. En conversación con Qué Pasa! el artista comparte cómo ha vivido el rol de padre desde sus inicios en la música hasta la actualidad, y cómo, a pesar de los desafíos, siempre busca estar presente para los suyos.
“Soy padre de 11 guerreros, todos con su luz propia”, afirma con orgullo.
“Diferentes edades, diferentes madres, pero el mismo amor de mi parte. No importa si tienen 5 o más, son mis hijos igual y para todos trato de estar ahí”.
Para Vakeró ser papá ha sido “una escuela sin vacaciones”. Comenzó su camino en la paternidad desde muy joven, y ha vivido ese rol en distintas etapas. “He sido papá siendo jovencito, siendo artista en gira, y siendo un hombre más maduro. En cada etapa he aprendido algo nuevo… incluso cuando me ha tocado aprender a las malas”, agrega y asegura que la paternidad lo ha enseñado más que cualquier estudio.
Admite que su agenda apretada no le permite siempre estar presente, pero el compromiso con sus hijos es constante. “No siempre puedo estar físicamente, pero estoy ahí como sea: llamadas, mensajes, detalles, canciones. Yo muevo cielo, tierra y tarima si hace falta. Y cuando estoy, estoy de verdad”.
Ese vínculo cercano no se limita a lo emocional. Cuando puede se involucra en lo cotidiano: llevarlos al colegio, ayudarlos con las tareas, inventar juegos, escuchar cuentos. “No me pesa ser papá presente, al contrario, me da paz”.
Disfruta cada momento con sus hijos, sobre todo aquellos que se transforman en risas compartidas. Ver películas, aunque ellos terminen mirándolo a él; cocinar algo especial, tener conversaciones sin filtro y, con los más grandes, hablar de la vida con la franqueza de quien ha vivido de verdad. “Enseñarles cómo se camina por este mundo sin perder el alma”.
Se define como un padre accesible, alguien que escucha y siente con ellos. “Yo no quiero que me vean como ‘el que da dinero’ o ‘el famoso’, yo quiero que digan ‘mi papá es mi amigo, un bacano, el que me escucha, el que me entiende, aunque no esté todos los días'”.
Cuando no puede estar presente físicamente, confiesa que duele. “Pero soy intencional: siempre dejo señales de que pienso en ellos, sea con una llamada o un regalo con sentido. El amor es diario, aunque el cuerpo no siempre llegue a tiempo”.
Hoy, la familia es su brújula. Antes actuaba por impulso, pero ahora cada decisión profesional la sopesa con una sola pregunta: “¿Esto me acerca o me aleja de mis hijos?”. Porque, como él mismo dice: “La fama no me va a criar a mis muchachos, así que yo calibro el paso. Porque lo que no quiero es llegar lejos y quedarme solo”.
Hay valores que Vakeró procura sembrar con constancia: la lealtad, la honestidad, el respeto propio. “Que aprendan a tener palabra, a respetarse, y a caminar con la frente en alto aunque el mundo esté una mierda”, dice con la sinceridad cruda que lo caracteriza.
Cuando se le pregunta cómo le gustaría que lo definieran sus hijos, no lo duda: “Incondicional, porque aunque la vida me ponga lejos, aunque a veces sus madres se pongan ‘brutas’ y no me entiendan, yo estoy aquí siempre, en el rol que toque: papá, amigo, consejero o escudo”.
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