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La convivencia con animales domésticos es una experiencia transformadora, tanto emocional como física.
Más allá de la ternura que despiertan perros, gatos o aves en un hogar, su presencia impacta directamente en la salud mental, la rutina familiar y las relaciones interpersonales, sin embargo, también representa una responsabilidad que no debe tomarse a la ligera, así lo precisó la terapeuta y psicóloga clínica Lorraine Isa.
Según la especialista en intervención en psicoterapia, lo primero que debe preguntarse una familia es si todos sus miembros están de acuerdo con la llegada de un animal.
“Una mascota debe sentirse bienvenida por todos, no puede ser una decisión impuesta por uno solo”, afirmó.
Adoptar o comprar un animal es comprometerse a largo plazo con su bienestar, lo cual incluye cubrir sus necesidades básicas y brindarle afecto constante; cuando la decisión se toma en conjunto, se genera un ambiente favorable tanto para el animal como para las personas, aseguró.
Aunque las mascotas pueden aportar innumerables beneficios, la terapeuta familiar y de pareja subrayó que los animales también requieren tiempo, compromiso y recursos.
La especialista aseguró que una de las desventajas de tener una mascota es que implica crear una rutina de cuidado, “esto incluye alimentarlos, cambiar el agua varias veces al día, sacarlos a pasear (en el caso de los perros), limpiar sus espacios y ofrecerles afecto; estas tareas deben integrarse en la vida diaria de la familia, como cualquier otra responsabilidad”.
Asimismo, enfatizó que la familia o la persona que adquiera el animal debe tener tiempo y paciencia, “especialmente durante las primeras etapas, los animales pueden presentar conductas difíciles como morder objetos, hacer sus necesidades en lugares inadecuados o romper muebles. Es fundamental entrenarlos sin violencia, usando refuerzos positivos y enseñándoles de forma similar a como se educa a un niño, además, es importante sustituir los objetos dañados por juguetes apropiados”.
La experta subrayó que otra desventaja es que sus pelos o plumas pueden causar reacciones físicas y alergias.
“Algunas mascotas sueltan pelo o plumas, lo que puede provocar problemas respiratorios o alergias, especialmente si hay personas sensibles en casa”.
Otra desventaja que resaltó son los costos económicos, debido a que hay que invertir en salud para prevenir enfermedades, poner las vacunas de rutina, pastillas para garrapatas, desparasitantes, esterilización, entre otras cosas.
Además, la limitación que tiene el dueño del animal para salir del país o ciudad, “salir de la ciudad o del país con una mascota implica planificación, hospedajes que acepten mascotas, transporte adecuado o la contratación de cuidadores temporales”.
“Hay campañas que recomiendan elegir aerolíneas que permitan viajar con los animales en cabina, ya que muchos accidentes se han producido cuando los animales viajan en la zona de carga”, advirtió Isa.
La experta indicó que a pesar de los desafíos, los beneficios de tener una mascota son múltiples y están ampliamente respaldados por la ciencia y la práctica clínica.
Identificó la estabilidad emocional como una ventaja, ya que las interacciones simples, como acariciar o saludar a una mascota, estimulan la producción de oxitocina (hormona del amor) y reducen el cortisol (hormona del estrés).
“Al llegar a la casa y saludar a las mascotas, el cerebro segrega oxitocina al momento de saludar con abrazos a nuestras mascotas y jugar con ellas, estamos ayudando a nuestro cerebro a reducir la ansiedad y el estrés, disminuyendo los niveles de cortisol a su vez.”, dijo.
Isa indicó que al momento de adoptar un perro, las personas se comprometen a paseos diarios, varias veces al día, “esto nos ayuda a mejorar la salud física y cardiovascular a través de caminatas diarias. Lo mismo sucede si adoptamos un gato, los felinos necesitan actividad y juego constante aun sea dentro de la casa”.
Además, expuso que dentro de la creación de la rutina diaria, ayuda a fomentar la responsabilidad.
Según Isa, convivir con un animal no solo mejora el bienestar emocional, sino que también promueve valores sociales profundos, “adoptar un animal rescatado refuerza la compasión, la empatía y el compromiso social en la familia. Además, evitamos la explotación de animales en criaderos clandestinos”.
Aseguró que muchos animales en adopción ya están vacunados, desparasitados y esterilizados, lo que también reduce los costos iniciales en comparación con la compra, “y si se desea una raza específica, muchas veces también están disponibles en refugios”.
En el país existen iniciativas que integran a los animales en procesos terapéuticos. Desde 2019, el Centro de Atención Integral para la Discapacidad (CAID), en colaboración con la Asociación Dominicana de Animales de Terapia y Servicio (ADATS), ofrece terapias asistidas con perros para niños con autismo, parálisis cerebral y síndrome de Down. Esta asociación también se encarga de entrenar perros y formar técnicos y voluntarios para estas terapias.
Asimismo, el Centro Dominicano de Hipoterapia, una organización sin fines de lucro, brinda terapia equina a niños neurodivergentes de escasos recursos. Ambas iniciativas destacan el valor de los animales como aliados en procesos terapéuticos.
Lorraine Isa es psicóloga clínica, terapeuta familiar y de pareja, además es especialista en intervención en psicoterapia, manejo de traumas, duelos y crisis. Ofrece consultas en el Centro Vida y Familia.
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