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La OMS (Organización Mundial de la Salud) define la violencia sexual como cualquier acto sexual, el intento de llevar a cabo un acto sexual o comentarios e insinuaciones sexuales no solicitados, impuestos mediante coerción por otra persona sin importar la relación con la víctima y en cualquier contexto.
La violencia sexual abarca desde miradas lascivas, acoso verbal, coacción e intimidación hasta la penetración. Puede afectar tanto a hombres como a mujeres.
Se incluye en la VS las insinuaciones sexuales indeseadas y el acoso sexual a niños, niñas y adolescentes, las insinuaciones a adultos en el trabajo, violaciones cometidas por conocidos o desconocidos, violación por la pareja, abuso y violación de ancianos y discapacitados, entre otros.
Hay factores de riesgo en la práctica de la VS. Estudios revelan que hombres que la ejercen estuvieron expuestos en la niñez a la violencia paterna y/o tienen historial de abuso físico o sexual en la infancia y adolescencia, así como la creencia de que la mujer está obligada a satisfacer las demandas sexuales del hombre, sin excepción.
Las consecuencias físicas y emocionales de la VS afectan a ambos géneros: traumatismos ginecológicos o anales, abortos, embarazos no deseados, ITS (infecciones de transmisión sexual), ansiedad, depresión, trastorno de pánico, comportamientos suicidas, inicio sexual consentido a temprana edad, múltiples parejas sexuales en la adultez y abuso de alcohol y drogas.
La prevención es una tarea multisectorial. Es un problema de salud pública. Instituciones gubernamentales, familia, escuela y toda la sociedad deben participar.
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