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La imagen de un atleta alzando un trofeo a menudo simboliza la cúspide de una trayectoria. Pero para muchos, el triunfo no marca el final del esfuerzo, sino el comienzo de una etapa emocionalmente desafiante. El llamado “bajón post‑competición”, también conocido como “depresión postolímpica”, ha empezado a visibilizarse como un fenómeno común en el deporte de élite, con testimonios recientes que alertan sobre sus efectos silenciosos.Se trata de un estado que se caracteriza por síntomas como ansiedad, agotamiento, apatía y pérdida de motivación. Según estudios publicados en el BMC Sports Science, Medicine and Rehabilitation Journal, estos cuadros suelen aparecer después de alcanzar una meta importante, cuando cesa la exigencia del calendario competitivo y se interrumpe la estructura diaria que dio sentido al esfuerzo durante meses o años.Puedes leer: Mundial Natación: Cinco países se llevan medallas de oro en SingapurDurante la competencia, el organismo funciona en un estado de alta activación: se incrementan los niveles de dopamina, adrenalina y cortisol. Esta respuesta fisiológica, necesaria para el máximo rendimiento, se desactiva bruscamente cuando finaliza el evento. El sistema nervioso necesita reequilibrarse, lo que puede derivar en un descenso emocional difícil de gestionar. Lejos de ser una excepción, esta reacción aparece en múltiples disciplinas: desde el tenis hasta el atletismo, pasando por el fútbol, la natación y los deportes de equipo.En ese contexto, la pregunta “¿y ahora qué?”, se vuelve recurrente. No se trata solo del fin de una competencia, sino de la desaparición de una rutina estructurada que muchas veces define la identidad del atleta. El vacío posterior al éxito no se debe únicamente a una sensación de fatiga: refleja una transición sin preparación emocional suficiente.Sloane Stephens, campeona del US Open y referente en salud mental, expuso con claridad este proceso. En una entrevista con Forbes, relató cómo, tras alcanzar el punto más alto de su carrera, se encontró con un desequilibrio interno inesperado. “Cuando te esfuerzas tanto por algo y finalmente lo logras, hay un momento de ‘¿qué hago ahora?'”, afirmó. El reconocimiento mediático, las demandas fuera de la cancha y la expectativa de mantener el nivel dificultaron su capacidad para disfrutar del logro.Stephens destacó la importancia de aprender a gestionar las emociones que surgen después de competir. Una de sus herramientas personales son los llamados “cinco minutos de furia”: una pausa breve en la que se permite expresar sin filtros su malestar emocional. Esta práctica le permite descomprimir la tensión acumulada y volver a concentrarse en lo que sigue.El caso de la gimnasta Simone Biles durante los Juegos Olímpicos de Tokio 2021 fue otro punto de inflexión en la discusión pública. Su decisión de retirarse de varias pruebas debido a los “twisties” — una desconexión entre mente y cuerpo que afecta la coordinación en el aire — generó un debate global sobre la presión que enfrentan los deportistas en la cima. Biles explicó que priorizar su salud mental fue clave para evitar un daño mayor.En 2024, regresó a la competencia y obtuvo cuatro medallas en los Juegos de París, lo que confirmó que atender el bienestar emocional no es incompatible con el rendimiento. En 2025, Time la reconoció con el premio TIME100 Impact Award por su rol en redefinir los estándares del éxito deportivo y visibilizar la salud mental como parte integral de la preparación de un atleta.Tanto Stephens como Biles coinciden en que uno de los factores más problemáticos es la construcción de la identidad únicamente en función del rendimiento. Cuando la competencia termina, la percepción del valor personal puede derrumbarse. Por eso, una estrategia central es preparar a los atletas para una vida que vaya más allá de lo competitivo.Stephens encontró un propósito más allá del circuito profesional a través de la Sloane Stephens Foundation, una organización que brinda programas de apoyo emocional y oportunidades educativas a jóvenes deportistas en contextos vulnerables. Esta iniciativa no solo le permitió canalizar su experiencia personal, sino también construir un nuevo propósito.El Comité Olímpico Internacional (COI), la Asociación Estadounidense de Psicología (APA) y organizaciones como Athletes for Hope y Sport Mental Health Foundation trabajan en la elaboración de guías, redes de contención y campañas de sensibilización. Sin embargo, especialistas advierten que aún falta una mayor integración de estos recursos a los programas de entrenamiento y recuperación en equipos profesionales.La clave está en detectar de forma temprana los síntomas de este bajón emocional, ofrecer acompañamiento psicológico y promover una cultura que considere el bienestar sostenido como parte del rendimiento, no como su contrario. Evitar el aislamiento posterior a la victoria es tan importante como celebrar el logro alcanzado.
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