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Un mínimo de cinco cazas F‑35 de la Marina de EE. UU. llegaron a la pista del aeropuerto regional José Aponte de la Torre, la antigua base Roosevelt Roads, en el municipio de Ceiba, al noreste de Puerto Rico, intensificando la tensión en la zona caribeña. Además, se avistó una aeronave Boeing C‑5 de las Fuerzas Armadas estadounidenses en esa misma instalación, según informaron medios locales.
Estas aeronaves se suman al despliegue estadounidense que incluye ocho buques de guerra equipados con misiles y un submarino nuclear, situados cerca de la costa venezolana bajo el pretexto de combatir el narcotráfico. Caracas interpreta esta acción como un intento de fomentar un “cambio de régimen” en el país sudamericano.
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El ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino López, acusó este domingo a EE. UU. de realizar vuelos de “inteligencia” contra la nación, afirmando que Washington pretende justificar un “plan de amenaza militar e intervención” para “destituir al presidente Nicolás Maduro”.
El Gobierno venezolano declaró el sábado que un “destructor” estadounidense “desplegó dieciocho efectivos armados con rifles” y tomó control el viernes de una embarcación donde iban “nueve humildes pescadores” en la “Zona Económica Exclusiva de Venezuela”.
Ante este escenario, Venezuela ordenó la movilización de navíos, el alistamiento de millones de milicianos y un “refuerzo especial” de la presencia militar en cinco regiones costeras del país.
Al recibir esta semana al secretario de Defensa de EE. UU., Pete Hegseth, la gobernadora de Puerto Rico, Jenniffer González, declaró que su gobierno “está comprometido en la lucha contra el narcotráfico” y calificó a Maduro como “líder del cartel en Venezuela”. A su vez, Maduro instó a González a encabezar personalmente una posible “invasión” contra su nación.
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