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Los azulejos retornan en octubre, con la mirada aún enfocada en la Corona del Este

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La verdadera celebración llegará cuando los Azulejos conquisten el título de la División Este de la Liga Americana por primera vez desde 2015.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

La verdadera celebración llegará cuando los Azulejos conquisten el título de la División Este de la Liga Americana por primera vez desde 2015. Descorchen la champaña, pero guarden una botella en el refrigerador.

Después de una serie de derrotas complicadas y jornadas largas llenas de escenarios difíciles para garantizar el pase, los Azulejos han asegurado oficialmente su boleto a la postemporada. Esa celebración ya está en marcha, pero todavía falta la siguiente.

La verdadera fiesta vendrá cuando los Azulejos ganen el título de la División Este de la Liga Americana por primera vez desde 2015. Tras la victoria de 8‑5 del domingo contra los Reales, mantienen una ventaja de 2.0 juegos sobre los Yankees (además del desempate).

Sin embargo, cada gota de esa champaña ha sido ganada por uno de los equipazos más inesperados en la historia de los Azulejos.

Tras una temporada desastrosa que dejó un récord de 74‑88 el año pasado, el resurgir de los Azulejos ha sido impresionante. Incluso en las proyecciones más optimistas, se les veía como un equipo de mitad de tabla para 2025. Tal vez serían buenos, tal vez malos, pero indudablemente no excelentes. Esta campaña, sin embargo, ha sorprendido constantemente y, cuando los Azulejos descorchaban botellas en el clubhouse visitante del Kauffman Stadium, ya contaban con el mejor récord de la Liga Americana: 90‑66.

Hay algo de magia en este conjunto, algo que resulta difícil de explicar y casi imposible de capturar con una estadística. Es la combinación perfecta de jugadores, desde novatos hasta veteranos y futuros miembros del Salón de la Fama. Es el mismo lenguaje que se habla desde la última fila del roster hasta el cuerpo técnico y la gerencia. Es una hermandad de jugadores y entrenadores que se fortalecen y se apoyan mutuamente para avanzar en la dirección correcta. Este es el tipo de temporada con la que toda organización sueña en el Spring Training, pero que rara vez se logra.

Con ello debería venir un descanso para avanzar directamente a la Serie Divisional de la Liga Americana, una ronda que los Azulejos no han visto desde las notables campañas de 2015 y 2016, impulsadas por los dominicanos José Bautista y Edwin Encarnación, además de Josh Donaldson y un roster con tanta actitud como talento. La Serie del Comodín ha sido poco amable con Toronto desde entonces, pues han perdido 0‑2 en las últimas tres ocasiones, cada una más dolorosa que la anterior.

Esta es la oportunidad por la que se ha estado construyendo este club. El dominicano Vladimir Guerrero Jr. y Bo Bichette aún no han ganado un juego de postemporada juntos, y si la rodilla izquierda de Bichette colabora, tendrán lo que podría ser su última ocasión después de casi una década como compañeros de equipo. George Springer, traído por su experiencia en playoffs, aún busca su momento. Kevin Gausman y Shane Bieber, que llegaron para ganar partidos importantes, necesitan su oportunidad en ese escenario.

Aún queda una celebración por vivir esta temporada —una aún más significativa—, pero los Azulejos también quieren descorchar champaña en octubre.

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