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Chelsea Clinton protesta contra la demolición del Ala Este: “Un ultraje a la historia”

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Una realidad que nunca olvidé".

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EE.UU.- Chelsea Clinton, hija del expresidente estadounidense demócrata Bill Clinton (1993-2001), opina que la demolición del Ala Este de la Casa Blanca, llevada a cabo por el actual mandatario, Donald Trump, pone de manifiesto el “desprecio hacia la historia” que, según su parecer, define al presidente.

“El desprecio por la historia es un rasgo que estará siempre presente en el segundo mandato de Trump”, afirma en una columna publicada en el medio USA Today.

Chelsea Clinton rememora que siempre tuvo muy presente, durante la estancia de su padre en el poder, que la Casa Blanca era su lugar de residencia, sí, pero nunca su hogar propio: “La Casa Blanca pertenece al conjunto de los ciudadanos estadounidenses, y por eso la conocemos como la Casa del Pueblo. Una realidad que nunca olvidé”.

La presidencia de Bill Clinton se ubicó entre las de los republicanos George H.W. Bush (1989-1993) y su hijo George W. Bush (2001-2009).

Chelsea detalla que su primera visita a la residencia presidencial ocurrió a sus 12 años, cuando Barbara Bush les mostró las instalaciones a ella y a su madre, la excandidata presidencial Hillary Clinton, justo antes de que se mudaran. Posteriormente, ellas hicieron lo mismo con las familias que llegaban después.

“Siempre he sentido que la familia Bush, al igual que la mía, comprendía que todos estábamos solo de paso, incluso mientras nuestros padres estaban dejando una huella en la historia de Estados Unidos”, añade.

Aunque en todas las gestiones presidenciales se han realizado modificaciones en la Casa Blanca, como la instalación de un huerto por la ex primera dama Michelle Obama (2009-2017), Chelsea Clinton considera que una alteración tan extrema por parte de Trump resulta “preocupante”.

El líder republicano ha derribado el Ala Este, donde tradicionalmente se encuentra el despacho de las primeras damas, para construir un salón de baile.

“A menos de un año de celebrar el 250 aniversario de nuestro país, inquieta ver cómo se están ejecutando cambios tan drásticos en la Casa del Pueblo, con 225 años de antigüedad, sin una evaluación de conservación histórica y, aparentemente, sin la intervención de ningún experto en historia. Espero firmemente estar equivocada en esto”, sostiene.

Para la hija de los Clinton, el acto de ignorar las instituciones democráticas y el Estado de Derecho, o la retención de fondos previamente aprobados por el Congreso, procede de un mismo punto de origen: el desdén por los ideales fundacionales de EE.UU., así como por las normas y leyes que, con el tiempo, han contribuido a avanzar hacia una unión más perfecta, que es el “propósito fundamental” de la Constitución de EE.UU.

“La Casa Blanca será siempre un sitio en el que tuve el privilegio de vivir durante una etapa. Pero, más relevante aún, es un símbolo de nuestra democracia: fuerte cuando respetamos sus cimientos, pero frágil si los damos por supuestos”, asegura la también vicepresidenta de la Fundación Clinton.

“Lo que se está desmantelando hoy no es solo mármol o revestimiento; es un claro indicador de lo fácil que resulta borrar la historia cuando el poder pierde de vista su verdadera misión”, concluye.

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