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¡Despídete de la plancha! Bienvenido a la ropa inteligente sin arrugas ni manchas

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Algunas startups se han especializado en este tipo de ropa inteligente, como la española Sepiia, fundada en 2016 y que acaba de inaugurar su segunda tienda.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Poco a poco, las marcas de prêt‑à‑porter van incorporando algunas de esas características a piezas de día a día como camisas, chaquetas o pantalones, con el objetivo de captar a un público diferente.

Camisas que no se arrugan, tejidos que repelen manchas, fibras con efecto antibacteriano… La ropa inteligente está ganando espacio en el mundo de la moda, con artículos diseñados para simplificar la rutina cotidiana y responder al reto de la crisis climática.

Estas cualidades especiales, que van desde la resistencia a los pliegues y la repulsión de líquidos hasta la disminución de marcas de sudor o una gran durabilidad, antes estaban reservadas casi exclusivamente a la indumentaria deportiva y laboral.

Sin embargo, gradual­mente, las firmas de prêt‑à‑porter están trasladando esas propiedades a prendas cotidianas como camisas, chaquetas o pantalones, para acercarse a un nuevo segmento de consumidores.

«Las marcas de lujo y las de prêt‑à‑porter buscan diferenciarse, ofreciendo a sus clientes no solo un diseño atractivo, sino también confort y tecnología integrada en la ropa», comenta a AFP Olivier Balas, presidente de la empresa francesa de tejidos técnicos Balas Textile.

Algunas startups se han especializado en este tipo de ropa inteligente, como la española Sepiia, fundada en 2016 y que acaba de inaugurar su segunda tienda.

«Creemos ropa aplicando toda la tecnología e innovación que existen en el sector textil a piezas de uso diario que facilitan la vida», explica su fundador, Fede Sainz de Robles.

Sepiia, galardonada recientemente con el Premio Nacional de Innovación 2025 para pymes, cuenta con dos líneas –masculina y femenina– y ofrece desde camisetas y trajes hasta pantalones, camisas y sudaderas, con cortes clásicos y estilo casual, en tonos mayormente neutros.

«El cliente está cada vez más interesado en el confort, en mantener un look casual o formal, pero cada vez más cómodo y también más sostenible», detalla Sainz de Robles, ingeniero que colabora estrechamente con fabricantes de fibras y tejidos.

Para que la prenda no presente arrugas a lo largo del día, la empresa utiliza fibras técnicas cuya propia hilatura y forma de tejido generan ese efecto anti‑pliegues.

En Seagale, marca francesa creada en 2014, también se emplean “sintéticos de alto rendimiento”, materiales extremadamente innovadores y técnicos, «muy resistentes a la abrasión y al desgarro», lo que permite prendas con una vida útil más prolongada, explica Bertrand Durand‑Gasselin, uno de sus fundadores.

Para evitar manchas, se aplican tratamientos de acabado que repelen líquidos y facilitan el lavado. Además, fibras naturales como la lana merina regulan la temperatura corporal, no retienen olores y son muy transpirables.

Aunque el coste de estas piezas es superior, las empresas sostienen que sus productos son más duraderos y requieren escaso mantenimiento.

La industria de la moda es una de las más contaminantes, representando hasta el 10 % de las emisiones de gases de efecto invernadero, según estimaciones del Banco Mundial.

Aunque depende del producto, del uso y de la persona, se calcula que alrededor del 60 % del impacto ambiental de una prenda lo genera el propio consumidor en su hogar, al lavarla, usar detergentes o suavizantes, o plancharla, indica Sainz de Robles.

En su opinión, si se reducen los ciclos de lavado, se elimina o disminuye el uso de la plancha o se crea un producto que dure mucho más, se logrará “un impacto medioambiental positivo”.

Existe una tendencia, señala Julieta Mercerat, experta en sostenibilidad en el salón de innovación textil francés Première Vision, “a cuidar más las prendas, conocer los materiales y saber tratarlos (…) para que tengan mayor vida útil”.

Desde Seagale también resaltan los beneficios medioambientales de la ropa más duradera, frente a la moda rápida “fast fashion”, y subrayan la responsabilidad del consumidor.

«La ecología no solo está presente en la fabricación de la prenda», insiste Durand‑Gasselin, «sino también en el uso que le damos».

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