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Estados Unidos apuesta al pasado: quiere más tierras negras y las buscará donde sea.
En las últimas décadas la humanidad ha dado auténticos saltos tecnológicos en distintos campos, pero son las energías donde ha logrado sus mayores avances. Esto se explica por la necesidad de encontrar fuentes sin emisiones de gases de efecto invernadero, respetuosas con el medio ambiente y capaces de proporcionar la potencia eléctrica suficiente. En ese sentido, te presentamos la mayor apuesta de la humanidad para crear una “estrella” en la Tierra que produzca abundante energía.
La idea consiste en reproducir en nuestro planeta los procesos energéticos con los que las estrellas generan luz y calor en el espacio. En este caso, la energía proviene de la fusión nuclear, que implica la unión de átomos muy ligeros como el hidrógeno, liberando una cantidad de energía mucho mayor que la que se obtiene en la fisión nuclear, donde se dividen núcleos de elementos pesados como el uranio. Para imitar ese proceso es necesario construir un reactor capaz de alcanzar presiones y temperaturas extremadamente altas, semejantes a las de una estrella. Una vez logradas esas condiciones, los núcleos atómicos podrán fusionarse, produciendo una energía limpia, con residuos mínimos y de corta vida.
En la localidad de Cadarache, al sur de Francia, se encuentra la instalación del proyecto International Thermonuclear Experimental Reactor (ITER). Es el plan más ambicioso que existe para levantar un reactor de fusión nuclear que reproduzca en la Tierra las condiciones energéticas de una estrella, con el objetivo de generar energía de forma controlada al unir átomos de elementos ligeros como el helio.
El reactor se basa en un tokamak, una estructura toroidal que confina el plasma a temperaturas que alcanzan los 100 millones de grados mediante campos magnéticos. Esta tecnología supera a la del dispositivo que se está construyendo en China. La cámara de vacío del ITER es diez veces mayor que la de un reactor estándar y está fabricada con materiales de última generación.
Entre estos materiales se incluyen criobombas de vanguardia, enormes imanes superconductores, cables resistentes a 1000 °C, semiconductores de alta resistencia, entre otros. Es importante señalar que, aunque el ITER será una “estrella” en la Tierra, no está pensado para producir electricidad comercialmente, sino para demostrar que la fusión nuclear es viable y que puede generar, al menos, diez veces la energía que consume.
En este proyecto, que busca crear una estrella terrestre, participan un total de 35 países de todo el planeta, entre ellos Estados Unidos, Rusia, Japón, India, China, Corea del Sur y muchos más. En el caso de España, su papel ha sido destacado, ya que más de 55 empresas españolas están involucradas, de una forma u otra, en los aspectos técnicos y logísticos.
El presupuesto del ITER supera los 30 000 millones de euros, de los cuales la Unión Europea ha contribuido con poco más de 8 000 millones, integrando el esfuerzo internacional en una gran innovación regional. Sin embargo, el camino no ha sido fácil: el proyecto sufrió importantes retrasos durante la pandemia y ha enfrentado varios problemas técnicos típicos de iniciativas de esta magnitud.
Para concluir, el ITER pretende recrear en la Tierra las condiciones de una estrella con el fin de probar que la fusión nuclear es posible y que puede producir diez veces la energía que consume. Si el experimento resulta exitoso, como todo indica, se generará una compleja paradoja respecto a la energía atómica en España. Por otro lado, esta forma de generar electricidad ofrece muchas ventajas frente a la fisión nuclear actualmente utilizada, pues produce una cantidad mucho menor de residuos tóxicos y el riesgo de accidentes nucleares con liberación de material radiactivo es prácticamente nulo.
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