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Hasta la semana 39, la vigilancia epidemiológica del Ministerio de Salud Pública contabiliza 123 fallecimientos maternos.
Sin embargo, las autoridades sanitarias señalan que los indicadores de mortalidad materna e infantil presentan una tendencia general a la baja en 2025. Se registraron 123 defunciones frente a 135 en 2024.
Según las cifras oficiales, se trata de una reducción del 9 %.
Aun así, ese descenso global contrasta con los incrementos observados en provincias como Santiago, que registra 22 casos; La Altagracia, 14 muertes; y Distrito Nacional, siete, lo que pone de relieve desafíos persistentes en la cobertura y oportunidad de la atención obstétrica en áreas con alta demanda de servicios.
La mortalidad materna es un indicador que refleja la calidad del servicio brindado a la mujer, pero también está vinculada a otros determinantes sociales. Algunos especialistas sostienen que las mujeres mueren por pobreza, por un sistema deshumanizado y por la ausencia de una atención primaria con capacidad resolutiva.
La mayor parte de las madres que fallecen durante o después del parto se han reportado en la red pública, lo que cuestiona la calidad del servicio del personal de salud y de la red de apoyo.
Hasta la semana 39, según la Dirección de Epidemiología, se notificaron 1 331 muertes maternas. Las autoridades estiman que la mortalidad infantil del país experimentó una reducción del 22 %, pasando de 1 700 a 1 331 casos, según el informe.
Esta disminución se observó en El Seibo, Monseñor Noel y Monte Plata. No obstante, se registraron aumentos en provincias como Independencia, Bahoruco y Sánchez Ramírez, lo que evidencia retos aún presentes en zonas con menor capacidad instalada.
La mortalidad neonatal, indicador sensible de la atención perinatal, disminuyó un 16 %, de 1 378 a 1 145 fallecimientos. Los mayores avances se dieron en Monseñor Noel (‑63 %), Duarte (‑43 %), San Cristóbal (‑39 %), Puerto Plata (‑38 %) y La Altagracia (‑35 %).
En contraste, se observaron incrementos en San José de Ocoa (+150 %), Independencia (+100 %), Bahoruco (+71 %) y Hato Mayor (+64 %), aunque con cifras reducidas.
Este indicador requiere mayor esfuerzo, pues dentro de la mortalidad infantil, la mayor proporción de defunciones se registra en el grupo neonatal.
Para mantener la vigilancia de indicadores como la mortalidad materna e infantil, se ha recorrido un trayecto de casi 30 años. La mortalidad materna es monitorizada por comités en los hospitales y reportada a la Dirección de Epidemiología.
Es necesario fortalecer la integración de profesionales especializados en los centros públicos.
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