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El Palacio Nacional, esa vasta edificación de 18,000 metros cuadrados construidos sobre un terreno de 25,000 metros cuadrados y que supuso una erogación de cinco millones de pesos, posee una trayectoria constructiva rara vez explorada a fondo.
“En el panorama actual, la trayectoria del Palacio Nacional entrelaza las vivencias recientes de su edificación, la profesionalización de la arquitectura, la ingeniería civil, la historia bélica, el progreso del arte, las relaciones diplomáticas y la historia política y cívica de la República Dominicana,” señala el historiador y arquitecto experto en conservación, Sergio Cross.
Para Gamal Michelén, la arquitectura funciona como una suerte de cronista histórica: “Se puede estudiar el devenir de la humanidad y su mentalidad a través de la arquitectura, observando cómo el ser humano responde a su entorno”.
Cross funge como coordinador general de la Comisión de Restauración y Preservación del Palacio Nacional y sus Alrededores desde el año 2021. Gamal Michelén ocupa el cargo de viceministro de Patrimonio Cultural en el Ministerio de Cultura. Ambos, en una plática con reporteros de LISTÍN DIARIO, brindaron un extenso recorrido por la historia del Palacio, esa joya arquitectónica que hoy sirve de marco para importantes ceremonias y reuniones.
La labor de concebir esta estructura emblemática arrancó en 1939; no obstante, a lo largo del tiempo ha sido objeto de intervenciones para asegurar su mantenimiento. En esta labor, tres especialistas en conservación destacan: Humberto Ruiz Castillo (1895-1966), Bienvenido Martínez Brea (1913-2012), y el arquitecto Sergio Cross, quien paralelamente ha supervisado las tareas de restauración edilicia y ha llevado a cabo una exhaustiva indagación sobre su historia.
Conforme a Cross, en el momento de su edificación, tanto el Monumento de Santiago como el Palacio se concibieron bajo preceptos clásicos, mientras que las subsedes gubernamentales en las distintas provincias se levantaban con un estilo contemporáneo.
La elaboración de los planos para esta construcción fue encargada por el dictador Rafael Leonidas Trujillo al italiano Guido D’Alessandro, quien, según el historiador, no era un arquitecto, sino un empresario. A pesar de ello, este individuo obtuvo los contratos de obra más significativos y fundó empresas industriales, siendo un precursor en la modernización fabril dominicana.
“Para el Palacio, se recurrió a los mejores talentos y manos, con artistas seleccionados de una lista que no se entregó íntegra a Trujillo. Al frente de las artes decorativas estuvo el arquitecto y escultor Rodolfo Gutiérrez Rapp, y en ingeniería, el judío austriaco Walther Schuloff. Contó con la participación de Henri Gazon Bona, su socio en proyectos, junto a su equipo técnico, para efectuar diversas modificaciones a la propuesta inicial del diseño,” explica Cross.
Añade que el diseño primordial del Palacio fue alterado. Su reconocible cúpula fue modificada por la intervención de la firma de Gazon, considerado el arquitecto oficial durante el régimen de Trujillo, y su grupo técnico. Además, el frontispicio también sufrió alteraciones ya que no sintonizaba con los cánones estéticos actuales. Todo esto ocurrió sin que el dictador se percatara.
“Si observamos, por ejemplo, imágenes de una maqueta de 1944, el proceso de desarrollo experimentó muchas variaciones y Trujillo también deseaba incorporar una especie de referencia simbólica de cada nación en el Palacio Nacional. Esto, en realidad, desvió un neoclasicismo puro hacia un neoclasicismo ecléctico, porque un salón presenta un estilo, y otro salón tiene otro. El salón con mayor pureza estilística es el salón Verde,” expone Cross.
Detalla que Trujillo ordenó emplear mármol dominicano para esta obra, creando para tal fin la Industria Marmolera Dominicana, cuyas canteras fueron explotadas por primera vez a gran escala para el Palacio del ejecutivo y sus residencias particulares.
Cross relata que para erigir el Palacio fue necesario establecer factorías e ingenios, y simultáneamente se fundó la Adia, entidad hoy conocida como el Codia (Colegio Dominicano de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores).
La edificación del proyecto comenzó el 27 de febrero de 1944, coincidiendo con el centenario de la República, y fue inaugurado el 16 de agosto de 1947. A partir de 1950, la salud de D’Alessandro se deterioró y recibió la ‘Estrella de la Solidaridad Italiana’ de su país. Ese mismo año, Gazon fue forzado al exilio. Fueron reemplazados por otros profesionales, una vez que la profesionalización se había consolidado. Al concluir la dictadura, ya no existía una imposición estética para los arquitectos.
Como coordinador general de la Comisión de Restauración y Preservación del Palacio Nacional y su Entorno, Cross afronta una labor nada sencilla, ya que para cumplir con su cometido primero debe aplicar una conservación preventiva, seguida de una conservación correctiva y, finalmente, una fase de restauración.
Aclara que, si bien hay comisiones dedicadas a su salvaguarda, el Palacio Nacional conserva entre un 97 y un 98% de su estructura original en cuanto a mobiliario, y en la capilla alcanza el 98%.
“Toda labor de restauración requiere un proceso de investigación, pero como se puede apreciar, aquí no solo se ha investigado sobre figuras, sino sobre procesos históricos, métodos de construcción, revisión de fotografías y hallazgos,” afirma el arquitecto.
Indica que un arquitecto no puede intervenir en una restauración sin haber realizado un estudio detallado de lo preexistente para no comprometer la autenticidad, pues de lo contrario, la restauración no es efectiva.
Aunque el desembolso inicial para el Palacio fue de alrededor de cinco millones de pesos, hoy, para Gamal Michelén, tasar el valor de esta estructura junto a sus bienes es más complejo, ya que, a su parecer, estos patrimonios poseen un valor inmaterial.
“Además de guiar la restauración iniciada en 2021, hemos propuesto un borrador legal para declarar oficialmente el Palacio como Monumento Nacional y establecer la comisión como un organismo permanente. Hemos elaborado un inventario de bienes de relevancia cultural que se custodia en el Centro de Inventario de Bienes Culturales (CIBC), hemos dispuesto una mesa de trabajo sobre el contexto urbano del Palacio y hemos redactado las directrices de gestión y normativas de edificación acordes a su estatus de construcción protegida,” señala el viceministro de Patrimonio Cultural.
Cross adelantó que pronto se formalizará un acuerdo estratégico para potenciar la defensa del acervo cultural de la nación mediante un convenio ampliable que une los esfuerzos de arquitectos e historiadores del arte entre la Sociedad de Arquitectos de República Dominicana (SARD), el capítulo local del Docomomo Internacional y la Asociación Dominicana de Historiadores del Arte (ADHA).
Asimismo, las pesquisas de Sergio Cross sobre el Palacio están plasmadas en dos volúmenes titulados “El Palacio Presidencial: Monumento Nacional & Patrimonio Cultural de la República Dominicana”, “Guido D’Alessandro Lombardi, imperio y legado de un italiano en América” y “Henri Gazon, vida y obra”, revelando datos asombrosos.














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