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La reestructuración fiscal que se vislumbra en el panorama financiero nacional ofrece una ocasión para implementar la largamente deseada simplificación del esquema impositivo e instaurar un concepto de equidad.
El compendio actual luce cual maraña de requerimientos recaudatorios, desprovisto de las modernizaciones precisas, a menudo poco realistas y, otras veces, francamente excesivas.
Iniciemos con la contribución sobre activos inmuebles (CAI), la cual favorece a innumerables residencias lujosas cobijadas bajo una normativa de estímulo turístico y penaliza a millones de dueños que realizaron esfuerzos durante su existencia para obtener un bien raíz. El valor base para liquidar el CAI es aquel que supera los diez millones doscientos mil pesos, sumado si se posee más de una finca, basado en una tasación catastral que ignora la pérdida de valor, y está supeditado al monto que el catastro le asigne.
Contamos con otro gravamen administrado por la Dirección General de Impuestos Internos, el que recae sobre las comisiones bancarias. Este se origina al realizarse una transferencia monetaria entre distintas cuentas o registros. Es decir, en lugar de fomentar la transparencia en las operaciones financieras, promovemos su evasión al sancionar los movimientos de capital dentro del sistema formal.
Aún más grave e inequitativo resulta lo dispuesto en el numeral 306 del Código Fiscal, el cual estipula que quienes abonen o reconozcan intereses deben retener e ingresar al fisco el diez por ciento (10 %) de dicho importe. Uno labora toda una vida, se abstiene de consumir para ahorrar para el retiro y futuras necesidades, y el Estado resuelve apropiarse de un porcentaje de sus ingresos, los cuales ya tributaron en su origen.
Para concluir con estos escasos ejemplos de la red de tributos e impuestos, y la arbitrariedad e ilogicidad de los mismos, llevamos años abonando un permiso que certifica que los rodados se encuentran en un supuesto estado idóneo para circular. ¡Qué falsedad y a la vez qué mofa!
Las posibilidades de simplificación y perfeccionamiento del desatino del universo tributario son muy patentes y ojalá quienes conciban una futura modificación las consideren y transformen nuestra existencia en algo más sencillo, justo y digno.














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