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El asalto estadounidense número 20 contra un buque sospechoso de transportar estupefacientes resulta en 4 decesos en el Mar Caribe

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El incidente más reciente se registró el lunes, de acuerdo con el funcionario, quien habló bajo anonimato por no estar autorizado a declarar.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

WASHINGTON (AP) — El vigésimo asalto militar de Estados Unidos contra una nave señalada de transportar estupefacientes ha resultado en cuatro decesos en el mar Caribe, informaron fuentes del Pentágono el viernes, mientras la administración del presidente Donald Trump intensifica su ofensiva en aguas sudamericanas.

El incidente más reciente se registró el lunes, de acuerdo con el funcionario, quien habló bajo anonimato por no estar autorizado a declarar. Esto eleva a 80 el saldo mortal desde que se iniciaron las incursiones en septiembre. La Armada de México cesó la búsqueda de un náufrago de una agresión a fines de octubre tras cuatro días de rastreo.

El bombardeo, ocurrido el mismo día que el secretario de Defensa, Pete Hegseth, anunciara dos ataques el domingo, sucede en un momento en que la gestión Trump amplía su despliegue bélico en la zona al sumar el portaaviones USS Gerald R. Ford. Se prevé que este navío de guerra, el más moderno del país, arribe en los próximos días tras su trayecto desde el Mediterráneo.

El jueves, Hegseth bautizó formalmente la operación como Lanza del Sur, resaltando la creciente relevancia y carácter permanente de la presencia castrense en la región. Una vez que el Ford se incorpore, la misión incluirá cerca de una docena de embarcaciones navales, junto a unos 12.000 marinos y marines.

La ejecutiva de Trump mantiene la postura de que el incremento de buques de guerra se enfoca en frenar el trasiego de drogas hacia EE. UU., pero no ha presentado evidencias que sustenten sus aseveraciones de que los fallecidos en las naves fuesen “narcoterroristas”. Las acometidas se han dirigido primordialmente a embarcaciones en el Caribe, aunque también han ocurrido en el Pacífico, área clave para el tránsito de gran parte de la cocaína proveniente de los mayores productores mundiales.

Ciertos analistas apuntan a que el portaaviones representa un nuevo mecanismo de coerción dirigido al presidente venezolano Nicolás Maduro, quien enfrenta acusaciones de narcoterrorismo por parte de Estados Unidos. Los expertos debaten si las aeronaves de combate norteamericanas podrían bombardear objetivos en tierra para presionar a Maduro a dimitir.

El secretario de Estado, Marco Rubio, afirma que Estados Unidos no reconoce a Maduro, a quien se le atribuye haber despojado las elecciones del año pasado, como el líder de Venezuela, y califica a su régimen como una “estructura de tránsito” que colabora abiertamente con quienes trafican estupefacientes hacia territorio estadounidense.

Maduro ha declarado que el gobierno de EE. UU. está “inventando” una confrontación bélica en su contra. El gobierno venezolano promovió esta semana un despliegue “masivo” de fuerzas y ciudadanos para protegerse de posibles hostilidades yanquis.

Trump ha justificado las agresiones manifestando que Estados Unidos se halla en “estado de conflicto armado” con los grupos del narcotráfico y alegando que las naves son operadas por entidades foráneas terroristas que están inundando las ciudades estadounidenses con narcóticos.

Dentro de EE. UU., los congresistas, incluyendo miembros del Partido Republicano, han exigido más detalles sobre quiénes son los blancos y el fundamento legal de estos ataques.

La semana pasada, Rubio y Hegseth se reunieron con un grupo legislativo de ambos partidos que fiscaliza asuntos de seguridad nacional, ofreciendo una de las primeras presentaciones detalladas sobre el sustento legal y la estrategia detrás de las operaciones.

Al día siguiente, senadores republicanos votaron en contra de una propuesta legal que habría restringido la facultad de Trump para iniciar una acción militar contra Venezuela sin aval del Congreso.

Esta crónica fue adaptada al español por un editor de AP con apoyo de un sistema de inteligencia artificial generativa.

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