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El progenitor de Adael Amador empeñaba cosas para llevarlo al campo de juego

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De niño, lo veía pidiendo favores, empeñando pertenencias, buscando lo necesario para que yo pudiera ir al campo.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Adael Amador vino al mundo antes de tiempo —con apenas siete meses de gestación—, los médicos no brindaban muchas esperanzas

Existen diversos caminos para acceder a las Grandes Ligas.

Y si hablamos de peloteros dominicanos, dichos trayectos suelen ser aún más espinosos.

Se requiere talento, por supuesto, pero para superar los obstáculos, se necesita más ímpetu, afán de superación, deseo de dejar atrás lo que no se tuvo para conseguir lo que se anhela.

Esa ha sido la travesía de Adael Amador, el campocorto.

Desde su nacimiento, el destino de esta joven promesa era más incierto de lo que cualquiera podría imaginar.

Nació prematuramente —con solo siete meses de desarrollo gestacional—, y los doctores no auguraban un buen pronóstico:

“Es muy poco probable que sobreviva o que se desarrolle de manera normal, si es que lo hace”, le comunicaron los facultativos a su madre. “Mi relato es duro, pero confío en que fue por un designio divino”, confiesa Amador al LISTÍN DIARIO.

Ese milagro que él atribuye a la fe divina comenzó a manifestarse cuando, en su infancia, se inclinó por el béisbol como su única vía de escape.

Sin embargo, se avecinaba otra dura prueba: la escasez económica.

“Mis padres afrontaron muchas dificultades”, admite. No por falta de voluntad, sino porque a veces carecían de los medios.

Su padre, Plácido Amador, se transformó en el pilar de esta historia.

“Mi progenitor siempre estuvo presente, él es mi sostén. De niño, lo veía pidiendo favores, empeñando pertenencias, buscando lo necesario para que yo pudiera ir al campo. Él no toleraba que yo dejara de jugar por no tener para un pasaje, o por no tener el desayuno, un guante o unos tacos. A ese hombre le debo todo”, expresó Adael conmovido.

Desde ese momento, formuló una promesa: no solo aspiraba a llegar a las Grandes Ligas para cumplir su sueño, sino para retribuir el sacrificio de su familia. Y lo logró.

Firmó con los Rockies de Colorado el 2 de julio de 2019 como agente libre internacional, con una bonificación de 1.5 millones de dólares. Con ese paso, su juramento comenzó a concretarse.

“Lo primero que hice fue construir una casa para mis padres. Gracias a Dios, me siento muy afortunado porque he podido apoyar a mi familia, que tanto me ayudó a mí”, afirma Adael.

Amador debutó en las Grandes Ligas el 9 de junio de 2024 con los Rockies.

En su trayectoria, mantiene un promedio de bateo de .177, con un cuadrangular y 10 carreras remolcadas en 148 turnos oficiales.

Actualmente, se le considera parte fundamental del presente y futuro de la franquicia.

Asegura que disfruta el ambiente que se vive en las Mayores:

“Me llevo muy bien con el venezolano Ezequiel Tovar, y con Warming Bernabel —su coterráneo—. También con Ryan McMahon cuando jugaba aquí (Rockies de Colorado), aprendí mucho de él, de su liderazgo”, comentó.

Este año, Amador está participando con las Águilas Cibaeñas en Lidom y aunque en los ocho encuentros mostrados el rendimiento no ha sido el esperado, considera que la campaña recién empieza.

En 26 oportunidades al bate, batea para .154, con un doble y 4 remolcadas.

“Es un privilegio jugar con un club tan triunfador, con tanta historia. Estar en el mismo dogout con figuras como Miguel Tejada o Melky Cabrera, peloteros a quienes admiré de niño y que ahora son instructores, es un honor”, expresa Amador agradecido.

Para el oriundo de Sabana Perdida, la meta no es ser simplemente un buen pelotero más; busca ser ese deportista que le brinde orgullo a su núcleo familiar.

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