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En asuntos de diplomacia, hasta las expresiones concisas tienen su valor. Mediante un breve mensaje en Truth Social, el presidente norteamericano Donald Trump podría haber revelado su perspectiva sobre el vínculo entre Estados Unidos y China, alegrando a Pekín, pero generando inquietud en ciertos socios de EE. UU. preocupados por el ascendente peso mundial de China.
“La cumbre del G2 se realizará pronto”, tuiteó Trump justo antes de su encuentro con el mandatario chino Xi Jinping el 30 de octubre en Corea del Sur, reactivando una denominación originada a inicios de los 2000, pero que Washington había evitado durante al menos una década, incluso durante el primer periodo de Trump en el cargo.
El G2, o Grupo de los Dos, fue conceptualizado inicialmente por el economista estadounidense C. Fred Bergsten en 2005 para impulsar lo que él consideraba la necesidad de diálogo entre las dos economías principales. Con el tiempo, ha venido a significar un reparto de poder entre ambas naciones.
Sin embargo, ese balance, y cómo Beijing podría enfocarlo, suscita temores entre algunos aliados y colaboradores de Estados Unidos.
“La noción de G2 sugiere que Estados Unidos y China son iguales en el escenario global y que sus posturas merecen idéntica consideración”, apuntó Neil Thomas, investigador del Asia Society Policy Institute.
La utilización de este vocablo por parte de Trump surge en un momento en que observadores y analistas, incluyendo asesores de Beijing, intentan descifrar la estrategia del gobierno estadounidense hacia China.
Una expansión
Para captar la implicación del término más allá de los ámbitos diplomáticos, es útil remitirse a la historia de China.
Desde inicios del siglo XX, incluso antes de la llegada del régimen comunista, China se opuso a las tentativas occidentales de “contenerla”. Tras la Segunda Guerra Mundial, la “política de contención” se transformó en un modo común de describir una táctica que el gobierno chino percibía como una manera institucionalizada de mermar su poder.
Gran parte de la actividad diplomática china en los primeros años del nuevo milenio estuvo enfocada en desmantelar este pilar del orden internacional. Incluso al día de hoy, la célebre iniciativa china de “La Franja y la Ruta” busca expandir la influencia china y, en parte, contrarrestar lo que solía llamarse contención.
En una publicación reciente, Trump calificó su “encuentro del G2 con el presidente chino Xi” como un gran suceso para ambos territorios, asegurando que “esta junta traerá paz y prosperidad duraderas. Que Dios bendiga tanto a China como a Estados Unidos”. El Secretario de Defensa de EE. UU., Pete Hegseth, reiteró el término en una publicación en X tras conversar con el Ministro de Defensa chino, Dong Jun.
Mira Rapp-Hooper, exfuncionaria del gobierno de Biden, advirtió que el uso de este término por parte de Trump probablemente haya “desencadenado una considerable aprensión en las sedes aliadas, donde los socios temen que una administración Trump cierre acuerdos con China que puedan dejarlos en desventaja”.
El renovado interés por esta expresión ha sido bien recibido por Bergsten, quien indicó que su intención nunca fue que el G2 reemplazara a otros foros multilaterales u organismos internacionales, como el G7 o el G20, sino que complementara “la colaboración imprescindible entre las dos mayores potencias”.
“No implica que EE. UU. y China dicten al resto del mundo qué hacer, o traten de imponer su voluntad al resto”, aclaró.
“Pienso que (Trump) lo empleó como una abreviatura para una audiencia entre las dos economías más grandes e importantes donde abordarían toda la gama de retos económicos globales”, comentó Bergsten a The Associated Press el viernes. “Así que, en esencia, es la visión que tuve hace 20 años al proponer el concepto”.
China responde al nuevo G2
Algunos analistas chinos destacaron el uso del G2 por parte de Trump, y de forma algo celebratoria.
“El G2 de Trump, en cierto modo, significa que Estados Unidos ha aceptado la realidad de que ya no ostenta una posición unipolar, sino que busca edificar un mundo bipolar con China”, opinó Housha Yueguang, un influyente bloguero conocido por sus tendencias nacionalistas. “Quiere decir que Europa pierde relevancia, y más aún Japón o India”.
El día posterior a la publicación de Trump, un reportero de un medio informativo indio preguntó en una sesión informativa diaria de la Cancillería china si ambos países estaban gestando la creación de un grupo G2, algo que, según el periodista, podría alterar el orden mundial.
Guo Jiakun, portavoz del ministerio, señaló que las dos naciones “pueden asumir de forma conjunta sus responsabilidades como naciones grandes”. Guo se apegó a la postura de Beijing de que su país “seguirá practicando el multilateralismo genuino” y “buscará un orden mundial multipolar, equitativo y organizado”.
Zhao Minghao, un experto chino en las relaciones sino-estadounidenses, comentó que el nuevo G2 “no significa que China y Estados Unidos estén co-gobernando el planeta”, ni implica que la colaboración vaya a sustituir la rivalidad en los lazos bilaterales.
“Significa que ambas naciones revisarán la trascendencia de sus lazos, y estarán dispuestas a incrementar la comunicación y la coordinación”, escribió Zhao en un artículo difundido por el portal de noticias hk01.com de Hong Kong.
Washington rechazó el término en el pasado
Bergsten afirmó que planteó el concepto hace dos décadas, cuando China ascendía rápidamente como potencia económica, y consideró esencial que ambas naciones —que él predijo serían pronto las únicas superpotencias económicas— se reunieran para “lograr algún tipo de avance en las cuestiones económicas internacionales”.
El vocablo fue debatido y sugerido durante algunos años, pero perdió fuerza a medida que China y Estados Unidos tomaron caminos divergentes tras la crisis financiera.
Rapp-Hooper, quien fue directora sénior para Asia Oriental y Oceanía en el Consejo de Seguridad Nacional bajo la administración Biden, ahora es asociada en The Asia Group. Mencionó que el término cobró popularidad en los primeros años del gobierno de Obama. Señaló que surgió de algunos altos funcionarios que creían que ambos países debían definir su relación mediante la cooperación para abordar problemas globales.
Aunque China acogió favorablemente el término, Washington acabó por desacreditarlo porque sugería que EE. UU. y China tomarían decisiones globales clave sin la presencia de sus otros socios, especialmente sus aliados, explicó.
“Es un concepto mal recibido en lugares como Japón, Australia e India”, comentó Rapp-Hooper. “Perciben que Estados Unidos está inclinándose hacia las preferencias chinas en Asia, potencialmente a costa de sus propios intereses”.
Kurt Campbell, subsecretario de Estado durante la presidencia de Biden, manifestó que existían “preocupaciones genuinas en Asia sobre cómo se materializó el G2 real”.
No se trataba solo de la idea de que las naciones estuvieran tomando resoluciones que afectarían a la zona, precisó Campbell, actualmente presidente de The Asia Group. “Sino de cómo China explotaría el concepto o la noción del mismo para hacer sentir vulnerables a otras naciones vecinas”.
Esta crónica fue adaptada del inglés por un editor de AP con el apoyo de software de inteligencia artificial generativa.















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