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Santiago de Compostela (EFE).- Si bien Galicia no destaca por su agricultura terrestre más prolífica, bajo el océano es la líder indiscutible en el cultivo de algas, un recurso que ha pasado de ser un elemento común en las playas a ser protagonista en la gastronomía y a ganar apreciación en cosmética y nutrición.
La comunidad gallega domina el panorama nacional en este ámbito, y en 2024, las lonjas gallegas subastaron 551.831 kilos de este “oro verde”, un volumen superior en más de un 20 % al registrado hace diez años.
Especies como el wakame, la lechuga marina, el kombu, el espagueti de mar o el codium son de las más comercializadas en las rías gallegas. Allí, un número creciente de mariscadoras encuentra en ellas una vía de ingresos adicional ante la actual escasez en la extracción tradicional de marisco.
Su potencial culinario está resurgiendo gracias a firmas gallegas como Algamar o Porto-Muíños, que marcan pauta a nivel nacional tanto en comercialización como en innovación.
Algamar, establecida en 1996, fue pionera en España en la recolección y procesamiento de algas marinas para consumo, produciendo anualmente cerca de 500 toneladas de alga fresca.
“El interés y la aceptación del consumidor aumentan constantemente”, comenta a EFE Sergio Baamonde López, técnico responsable de I+D, quien sostiene que “las algas han dejado de ser un alimento del futuro para convertirse en una realidad presente, aportando salud, sabor y vanguardia”.
Algamar abastece al mercado europeo y está ampliando su abanico de distribución a segmentos como el Horeca, el ‘food service’ y el mercado gourmet con su marca Mar de Ardora, relanzada en 2021.
Baamonde subraya que este producto ya forma parte de la enseñanza en las escuelas de hostelería de Galicia, y cada vez más chefs exploran las “amplias posibilidades” que ofrecen estas verduras marinas en sus creaciones.
De la alta cocina a la mesa tradicional
Chefs como Ángel León, Ferrán Adriá, Andoni Luis Aduriz u Oriol Castro las han incorporado en sus menús de vanguardia, pero las algas también encuentran su espacio en platos más convencionales, como la tradicional empanada gallega.
Esa fue la inspiración de Carmen Sánchez al crear Galuriña en 2012, una empresa enfocada en masas para pizza y empanada enriquecidas con algas, que distribuye a hoteles, restaurantes y tiendas.
“Es un ingrediente muy utilizado. Uní un poco el mar y la tierra”, explica a EFE la empresaria, quien gestiona su propia recolección de algas.
El comienzo no fue sencillo, ya que “mucha gente aún se resistía a consumir algas, lo cual fue un obstáculo para el negocio”, pero actualmente percibe un interés creciente.
Las algas son ricas en minerales esenciales y vitaminas, y bajas en grasas. La fundadora de Galuriña ha notado entre sus clientes mejoras en la digestión y en el control de los niveles de azúcar.
Estos posibles beneficios serán examinados en un estudio dirigido por Ana Belén Crujeiras, investigadora del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago (IDIS) y del Centro de Investigación Biomédica en Red sobre Nutrición y Obesidad (CiberOBN).
“Nuestra meta es evidenciar las ventajas del consumo de algas gallegas”, señala Crujeiras a EFE. El proyecto arrancará estudiando sus efectos en la enfermedad inflamatoria intestinal crónica, aunque su ambición es expandirse a otras patologías como la diabetes en el futuro.
Paralelamente, se están realizando pruebas in vitro con extractos de algas de Galuriña, donde ya se observan “ciertos resultados favorables”, aunque de forma aún “temprana”.
Ventanas más allá de la alimentación
El auge de las algas trasciende el ámbito alimentario. Elena Fontán buscaba una salida para el exceso de algas que se acumulan en las costas y amenazan la vida marina, lo que la llevó a fundar Orixe Salgada, un proyecto de economía circular para convertirlas en artículos sostenibles.
Actualmente, obtiene las algas de las cofradías, dado que la normativa las clasifica como desechos, dificultando su recolección y aprovechamiento en la orilla, un punto legal en el que está trabajando para promover un cambio.
Su primer desarrollo ha sido un bioestimulante para el sector agrícola.
“Hemos realizado pruebas con bodegas de Rías Baixas, como Paco y Lola o Condes de Albarei, y los resultados han sido muy positivos. Estamos en fase de lanzamiento comercial”, comenta Fontán a EFE, quien añade que además exploran crear componentes de alta eficacia para la industria cosmética o nutracéutica.
Las posibilidades en este sector en expansión son numerosas. “Cada vez hay más negocios dedicados a esto. Conozco empresas que fabrican embalajes con algas, otras las aplican en edificaciones biosostenibles. Y su consumo sigue creciendo”, concluye Fontán.














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