Salud

Jornada Universal de la Diabetes: ¿Existe otra opción a la insulina?

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Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Madrid.- El medicamento de la insulina resulta fundamental para el manejo de la diabetes, sobre todo en quienes padecen el tipo 1 y en las fases avanzadas de la más frecuente, la tipo 2, pero se están desarrollando tratamientos y se investigan activamente posibles sustitutos.

Coincidiendo con la Jornada Mundial de la Diabetes, varias especialistas de la Sociedad Española de Diabetes (SED) y del Instituto Ramón y Cajal de Investigaciones Sanitarias (IRYCIS) examinan las terapias actuales para esta dolencia y los estudios en curso con el fin de lograr que los afectados dejen de requerir las inyecciones de insulina.

Es importante recordar que la diabetes tipo 1 y la tipo 2 son “afecciones totalmente distintas”, tal y como aclara a EFE Lía Nattero, responsable de la Unidad Clínica y de Investigación en Diabetes Mellitus tipo 1 del IRYCIS.

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“La diabetes tipo 1 es una patología autoinmune, lo que conlleva una destrucción primaria del páncreas, y cuando este pierde su capacidad de segregar insulina, surge la hiperglucemia; por ende, los pacientes requieren insulina desde el inicio”, explica Nattero, quien además es investigadora del Centro de Investigación Biomédica en Red (CiberDEM).

De acuerdo con datos de la SED, esta forma representa aproximadamente uno de cada diez casos de diabetes en España, con una incidencia en la población general del 2 %.

Estas cifras son bastante menores que las del tipo 2, que constituye alrededor del 90 % de los casos y se calcula que afecta al 14 % de la población española, si bien la mitad de los afectados no son conscientes de padecerla, indica a EFE María José Picón, vicepresidenta de la SED.

En muchas ocasiones puede prevenirse, debido a que existen factores de riesgo que facilitan su aparición, como el sobrepeso o la inactividad física.

Sus orígenes son más complejos y, en principio, no existe una carencia de insulina, sino que a esta “le cuesta actuar”, causando una resistencia a la insulina, hasta que el páncreas se agota al intentar compensarla.

En sus etapas iniciales, puede tratarse con fármacos, y la insulina se vuelve necesaria a medida que la enfermedad progresa.

Previo a la necesidad de insulina, existe un “amplio abanico de opciones terapéuticas” para la diabetes tipo 2, como los medicamentos análogos del GLP-1, entre los que se halla la semaglutida -el Ozempic-, si el paciente presenta exceso de peso.

Este constituye el primer nivel de tratamiento porque mejora la resistencia a la insulina, según detalla Picón, quien menciona otros medicamentos más antiguos y económicos como la metformina, además de los inhibidores del SGLT2, que favorecen la expulsión de glucosa a través de la orina y aportan “numerosos beneficios”.

Toda esta “gama” de medicamentos, junto con hábitos de vida sanos, busca evitar el avance de la diabetes tipo 2 y, por ende, tratar de que los pacientes no deban recurrir a la insulina.

“Cuando se administra insulina a los pacientes con diabetes tipo 2 es porque los otros fármacos ya no son suficientes y la célula beta —ubicada en el páncreas y encargada de secretar insulina— está agotada, por lo que el tratamiento será de por vida”, recalca Picón.

Por su parte, Nattero añade que la insulina “debe evitarse a toda costa, pero no porque sea perjudicial, sino porque no es la mejor solución”; antes se debería intentar frenar la evolución del padecimiento.

De ahí que la investigadora también centre sus alternativas para postergar la necesidad de insulina en medicamentos que combaten la obesidad y mejoran la resistencia insulínica, e incluso en la cirugía bariátrica, con el objetivo de que la enfermedad no avance.

Respecto a las opciones sustitutivas a la insulina para personas con diabetes tipo 1, ambas especialistas señalan algunas alternativas ya aplicadas en ciertos casos y otras que aún están en fase de estudio.

La investigación se concentra en una primera etapa en impedir la manifestación de la enfermedad con el primer medicamento validado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU (FDA), Teplizumab, explica Nattero.

Una vez declarada la enfermedad, los esfuerzos se enfocan en reemplazar la insulina en pacientes que ya no pueden producirla, lo cual tiene dos vías: el trasplante de páncreas y las terapias celulares.

“En el caso del trasplante, la dificultad reside en la escasez de donantes y la necesidad de medicación inmunosupresora permanente”, aclara Picón.

En cuanto a las terapias celulares, es posible implantar islotes pancreáticos —el grupo de células que genera insulina— de un donante, mediante una inyección en la vena porta del paciente.

El inconveniente es que, al igual que con el trasplante del órgano, se requiere inmunosupresión.

Se trata de una técnica, explica Nattero, que la FDA ha aprobado para pacientes cuya “gestión de la diabetes es muy complicada, con hipoglucemias muy graves”.

Además, existe el trasplante de células madre, que “es lo más actual últimamente”, comenta la investigadora.

Se trata de “células madre pluripotentes, como podrían ser las embrionarias, que o bien se inyectan para que se transformen en células productoras de insulina, o se tratan en el laboratorio para tal fin y, una vez diferenciadas, se administran”.

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