Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
Entre un millón ochocientas mil y dos millones de ciudadanos dominicanos afrontan hoy en día la diabetes o están en riesgo inminente de desarrollarla, según datos recabados de clínicas especializadas que documentan su frecuencia en la nación.
Parece ser un padecimiento sigiloso que, según expertos, al manifestarse compromete órganos y capacidades, no como una infección susceptible de ser eliminada con antibióticos u otros fármacos, sino como una dolencia crónica.
Su repercusión en la vida de los afectados, y a veces en quienes les rodean, puede ser sumamente severa.
Desde la perspectiva médica, resulta más ventajoso eludirla que afrontarla, pero lo cierto es que tanto la prevención como el manejo de esta enfermedad exigen de los pacientes una notable dosis de empeño, constancia, conciencia de los peligros y las rutas que conducen a convivir con este estado.
Si se instala de forma discreta, como señala el ámbito sanitario, quizás lo más sensato sea mantener la vigilancia, aunque esto es más sencillo de aconsejar que de llevar a la práctica, dado que, si bien la herencia genética suele influir significativamente, los hábitos contemporáneos también constituyen un factor crucial a considerar.
Quizás se deba a la extendida inactividad física entre nosotros, introducida con la modernización y el avance, la dependencia del transporte motorizado para desplazarse cortas o largas distancias, y la falta de información.
La semana pasada se conmemoró el Día Mundial de la Diabetes y, con motivo de esta efeméride el 14 de noviembre, queremos poner el foco en esta afección, no por ser una celebración, sino por los tristes resultados observados en las instituciones de salud, donde la gente experimenta las secuelas con un alto nivel de tensión, afectando incluso a los profesionales de la salud que atienden a los enfermos.














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