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La autoridad monetaria reportó esta semana que el Indicador Mensual de Actividad Económica (IMAE) se alzó un 1.1 % en septiembre y un 2.2 % en el acumulado de enero a septiembre. El propio gobernador prevé un 2.5 % para finalizar 2025; lo que implica la mitad del 5 % anticipado al inicio del año, constituyendo la séptima revisión a la baja del crecimiento esperado.
El Gobierno insiste en que la desaceleración se debe al “contexto mundial”. Sin embargo, los números revelan otra realidad. El precio del Brent se mantuvo mayormente entre US$ 63 y US$ 73, con estimaciones de US$ 60 – US$ 68, muy por debajo de los US$ 85 presupuestados: no existió un impacto externo adverso. Por el contrario, los soportes externos se ven robustos: 8.6 millones de turistas a septiembre con captaciones por turismo de US$ 8,500 millones; giros de la diáspora por US$ 8,900 millones; exportaciones por US$ 11,600 millones; e Inversión Extranjera Directa (IED) de US$ 4,000 millones hasta septiembre, con cierre proyectado en US$ 4,800 millones.
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Si el frente exterior impulsa, el freno se localiza internamente. Se observan tres obstáculos claros: (1) la inversión en capital llegó tardíamente, fue insuficiente y su ejecución lenta; (2) la propagación de la política monetaria es parcial -a pesar de que el tipo de interés de referencia descendió a 5.50 % y se habilitó un plan de liquidez por RD$ 81,000 millones (con RD$ 66,000 millones colocados)-, la tasa activa de la banca aún ronda el 13.9 %-; (3) trabas regulatorias y de adquisiciones públicas que demoran las resoluciones de inversión. Pese a indicadores de mejoría -tasa pasiva en 6.6 %, créditos privados creciendo un 9.0 % y solidez del sistema en 18.4 %-, el financiamiento productivo sigue siendo costoso para un ciclo que requiere impulso.
El titular de Hacienda, Magín Díaz, califica el 2025 como un año “complicado” debido al escenario internacional. El mandatario Abinader, por otro lado, afirma que “existe abundancia de divisas” y no encuentra razón para la tensión cambiaria. La propia institución central respalda este panorama con reservas cercanas a US$ 13,300 millones (10.4 % del PIB y casi cinco meses de importaciones) y una inflación del 3.76 %, dentro del rango meta. El discurso oficial, por ende, resulta inconsistente: con cimientos externos sólidos, la explicación no debe depender del entorno global.
La solución no es verbal; es de gestión. Es imperativo dinamizar proyectos públicos de gran impacto (agua, mantenimiento vial, vivienda social), destrabar permisos y compras, y abaratar el crédito para la producción profundizando la transmisión monetaria y la rivalidad en el sistema financiero. Con el favorable empuje externo y reservas cómodas, el margen de acción es interno. Ignorarlo alarga la contracción; asumirlo es el primer paso para recuperar el potencial del 4-5 % y, a la vez, restaurar la confianza de los hogares y empresas que actualmente posponen gastos e inversiones esperando señales definidas.














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