Redacción Internacional.- Bajo dos carpas gigantescas a orillas del Mar Muerto se reunieron el pasado domingo cinco mil mujeres israelíes y palestinas para formar un “parlamento” de Mujeres Activas por la Paz, convencidas de que la solución del conflicto está en sus manos y no en las de los políticos.
“Tenemos mucha experiencia en la guerra y ninguna en la paz, ha llegado la hora de adquirirla”, dijo a Efe Tami Avigdor, miembro del movimiento Mujeres Activas por la Paz, que reúne ya a 27,000 socias en Israel y los territorios de la Autoridad Nacional Palestina (ANP).
Se trata de un grupo de mujeres, en muchos casos víctimas del conflicto israelopalestino, de todo el espectro político y social: desde las evidentes judías izquierdistas exhippies, pasando por colonas de melena cubierta, musulmanas practicantes, alguna con las hiyab más restrictivas, judías sionistas de derechas, palestinas ateas…
Todas se reunieron en lo que bautizaron como Kfar HaShalom (Pueblo de la Paz, en hebreo) en el norte del Mar Muerto. Llegaron en más de 70 autobuses fletados para la ocasión desde todos los puntos del país y de Cisjordania y, como siempre en estos encuentros, las mujeres israelíes temieron hasta el último minuto que las palestinas de los territorios ocupados no pudieran pasar los puestos de control militares.
Pero las que venían de Ramala, Nablus, Hebrón y Belén llegaron. “Es un día histórico, hoy culmina la marcha de dos semanas que hemos emprendido a lo largo y ancho de todo el país”, señaló Walifait Haider, de Haifa.
La marcha que hacen todos los años desde su fundación exige a los políticos un acuerdo de paz beneficioso para ambas partes.
La concentración de este año de las activistas ha sido bien recibida por los diferentes alcaldes de las ciudades en las que han marchado, tanto por alcaldes del Likud (partido gobernante) como del centro y de la izquierda. “Ha sido muy sorprendente que nos acogieran de modo tan caluroso y saludaran nuestra iniciativa, sorprendente y emocionante”, compartió Tami Avigdor.
Bajo las enormes carpas, las mujeres, vestidas de blanco en su enorme mayoría, charlaban, se abrazaban, bailaban, comían. Algunas traían a sus hijos pequeños, otras eran acompañadas por maridos e hijos adultos solidarios.
Por EFE











