EFE,- El francés Fabio Quartararo demostró en el circuito de Portimao que tanto él como la Yamaha YZR M 1 parecen haber dado un paso muy positivo hacia adelante al mostrar una solvencia y un ritmo que hizo errar a más de uno de sus rivales, mientras que el español Marc Márquez (Repsol Honda RC 213 V) se emocionó, literalmente, al conseguir acabar la carrera séptimo.
En condiciones normales, esa séptima plaza habría sido un resultado más que discreto para el seis veces campeón del mundo de MotoGP, pero después de nueve meses de lucha contra una lesión que llegó a tener contra las cuerdas a Marc Márquez y que incluso le hizo creer en algunos momentos que no le permitiría volver a pilotar, le supo a gloria y toda la tensión y presión de ese tiempo saltó por los aires con las lágrimas del campeón.
Nada más llegar a su taller todo el equipo, con su padre Juliá al frente, rompieron a aplaudir mientras entre lágrimas Marc Márquez intentaba quitarse el casco y mantener la ‘compostura’ de antaño, algo que le resultó muy difícil, y era lógico.
Ahora, Marc Márquez continuará ‘paso a paso’, sin perder la cabeza en ningún momento, y siguiendo a rajatabla las instrucciones de su equipo médico de Madrid, Samuel Antuña e Ignacio Roger de Oña, aquellos que le han devuelto las ganas y la posibilidad de competir al más alto nivel, tras muchas jornadas de desesperación y angustia ante lo desconocido.
Y, mientras Marc Márquez se afana en mejorar día a día para alcanzar su mejor nivel de siempre, tendrá que fijarse mucho en el rendimiento y prestaciones de los pilotos de Yamaha, en particular de Fabio Quartararo, que ha encadenado dos victorias consecutivas y, a pesar de salir bien, como él mismo declaró tras la carrera, en la que perdió varias posiciones desde la ‘pole position’ que ocupó en Portimao, supo remontar sin cometer errores para llegar hasta el liderato y, a partir de ahí, demostrar de lo que era capaz.
Con un ritmo que ni él mismo se creía, dejó atrás a todos sus rivales y algunos pagaron con la caída su intención de seguirlo, como fue el caso del español Alex Rins y su Suzuki GSX RR, que se perfilaba como aspirante a la victoria pero acabó por los suelos, como también el australiano Jack Miller, una de las grandes esperanzas de Ducati.
Y es que el fabricante de Borgo Panigale quiso ‘rejuvenecer’ su escuadra al término de la pasada temporada y, por ahora, la única apuesta válida parece ser la del italiano Francesco ‘Pecco’ Bagnaia, que ha logrado acabar todas las carreras y al que sólo el infortunio le ha privado de resultados mejores, pues aquí, en Portimao, de no ser por una ‘maldita’ bandera amarilla, él habría sido el autor de la ‘pole position’.
No tiene la misma suerte Jack Miller, que suma dos novenas posiciones y un abandono por caída, en Portimao, a pesar de ser circuitos, sobre todo el de Catar, muy propicio para las características de la potente y rapidísima Desmosedici GP21.
Otro problema semejante tiene el español Maverick Viñales (Yamaha YZR M 1), al que primero le arrebataron sus mejores vueltas rápidas de entrenamiento, que le mandaron a la duodécima posición de la formación de salida, y después otra mala salida le condenó, literalmente, a las últimas posiciones de carrera, desde donde tuvo que remontar para conseguir una más que discreta undécima posición.
En el otro polo, el positivo, se encuentra la Suzuki del campeón del mundo, Joan Mir, que supo hacer una carrera de menos a más para conseguir el primer podio de la temporada, lo que le sitúa en una posición destacada para comenzar a crecer en busca de una buena defensa del título mundial que ostenta.
En Moto2 y Moto3 dos debutantes, ambos españoles, sientan cátedra a las primeras de cambio pues Raúl Fernández (Kalex) en la categoría intermedia ha logrado su primera victoria en la tercera carrera y eso que antes ya pisó el podio y qué decir de Pedro Acosta (KTM), el ‘Tiburón de Mazarrón’, que suma ya dos victorias de tres posibles y la solvencia de quien acumula mucha más experiencia a sus espaldas que los 16 años que luce en su documento de identidad.