En el Valle de la Muerte (EE UU), uno de los lugares más calurosos del planeta, respirar es como respirar fuego, los neumáticos de los coches amenazan con derretirse y la línea que separa las dos direcciones de la carretera es un espejismo La línea que separa las dos direcciones de la carretera parece doblarse como un espejismo.
Con la Organización Meteorológica Mundial registrando temperaturas de 54,4 grados centígrados en 2020 y 2021, y de 53,3 grados este año, esta parte de California se está viendo muy afectada por la crisis climática.
Teléfonos móviles, palos de selfie e incluso drones son algunos de los artilugios que los cerca de 3.300 turistas, en su mayoría europeos, que visitan diariamente el valle durante los meses de verano llevan consigo para inmortalizar su experiencia bajo el calor extremo.
Antes de la pandemia, entre 1,2 y 1,5 millones de turistas visitaban el valle anualmente. Esta cifra descendió con el COVID-19, pero esta puede ser la primera vez que vuelva a su nivel habitual”, ha explicado a EFE el guardabosques Matthew Lamar.
Según el Instituto de Investigación del Desierto de la Universidad de Nevada, el enclave ha sido el más seco y con menor altitud sobre el nivel del mar de Estados Unidos desde 2017.
Aliviados por el aire acondicionado de sus coches de alquiler, los viajeros emprendieron una especie de maratón en la que se detuvieron en los mejores puntos para hacerse selfies, empezando por Furnace Creek, una zona en la que apenas viven 30 temporeros y en la que hay termómetros que baten récords.
Dicen que una tarde de la semana pasada se superaron los 52 grados. Tendremos que volver más tarde’, dijo a EFE un turista francés frente a un medidor de mercurio. Esto fue después de una decepcionante sesión de fotos junto a los 39°C registrados por la mañana.
A partir de entonces, las dunas de Mesquite, las salinas de Badwater, el mirador de Dante View, el paisaje erosionado de Zebriskie Point y el cartel de ‘El calor mata’ del recinto serían los lugares más etiquetados de su red. La tierra, bordeada por el desierto de Mojave, ha pertenecido a los Timbisha Shoshone, un pueblo nativo americano, durante los últimos mil años.
Según los guardas, este verano se hace hincapié en “respetar la naturaleza” para “dejar que otros disfruten” del Valle de la Muerte.
Leo y Caroline, una joven pareja belga de Furnace Creek que visita el parque, admitieron a EFE que “es como si se tomaran a la ligera el medio ambiente y sólo pensaran en estar guapos y presentables”.
Después del mediodía, el calor se hace aún más intenso y las opciones se limitan a pasar la noche en una ciudad vecina como Las Vegas o alojarse en el único hotel del valle californiano.
Inaugurado en 1933, el hotel extrae agua del lago Mead, el mayor embalse artificial de Estados Unidos, situado entre Nevada y Arizona, para regar el campo de golf, llenar la piscina y suministrar agua a sus 275 habitaciones. Lo confirmó a EFE uno de los empleados del hotel, que prefirió no hacer comentarios sobre el uso del agua en el hotel.
Más allá de este idílico paraíso de humedales, la región sufre escasez de agua desde hace una década, con la desaparición de miles de árboles de 1.600 años en Telescope Peak, el pico más alto del Valle de la Muerte.
Así lo refleja un estudio del Servicio Forestal estadounidense publicado en 2022, según el cual el 70% de los pinos bristlecone han desaparecido a causa de la prolongada sequía.
Por ejemplo, una rara especie de “pez pupa”, famosa por tolerar el agua muy caliente y salada de los pozos de Devil’s Hole, está en peligro de extinción porque el aumento de las temperaturas ha alterado su ciclo reproductivo.
Según el climatólogo Daniel McEvoy, del Desert Research Institute, esto es sólo una “demostración” de hasta dónde pueden llegar los fenómenos extremos y cuáles pueden ser sus “consecuencias”. Ni siquiera el experto de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) Randall Cerveny ha descartado la posibilidad de que el récord no oficial de 56,67 grados centígrados establecido en 1913 pueda batirse “este mismo verano” debido al “acelerado cambio climático”.
Ya se han instalado nuevos sensores en el Parque Nacional del Valle de la Muerte, uno de los lugares más calurosos del planeta, y aunque la naturaleza ya está harta de los gritos, esta vez no va a perderse la prueba de un nuevo récord mundial, que reavivará el turismo de selfies y campos de golf. (EFE)’.