MADRID – El pasado 16 de agosto se cumplieron cinco años del fallecimiento de Aretha Franklin, calificada por la revista Rolling Stone como la mejor cantante de todos los tiempos y la Reina del Soul.
Nacida en Memphis (Tennessee, EE UU) en 1942, su influencia fue más allá de la música y se convirtió en uno de los símbolos de la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos y de la lucha feminista de los años sesenta.
Empezó cantando música gospel, como su madre, en un templo donde su padre, amigo del Dr. Martin Luther King, predicaba y difundía sus ideas desde el púlpito.
Creció rodeada de prodigios de la música religiosa y grabó su primer álbum, The Gospel Soul of Aretha, cuando sólo tenía 14 años y también tocaba el piano.
La mejor cantante de todos los tiempos
Según la revista Rolling Stone, más tarde se convirtió en la mejor cantante de todos los tiempos, siguiendo los pasos de sus protegidos Whitney Houston y Sam Cooke. Se la ha descrito como la “reina indiscutible” de la combinación de distintas tradiciones musicales -del gospel al funk, pasando por el rock y el blues- en una sola.
Puede expresar tanto alegría, como en “Amazing Grace”, como profunda angustia en baladas como “Ain’t No Way”.
Combina canciones originales con versiones de The Beatles (álbum “This girl’s in love with you”) y The Rolling Stones (“Satisfaction”), e interpretó “Nessum dorma” en la ceremonia de los Grammy de 1998 en nombre de su amigo Luciano Pavarotti, enfermo. Nessum dorma” recibió críticas muy favorables.
En total, ganó 18 premios Grammy y actuó en las investiduras presidenciales de Jimmy Carter, Bill Clinton y Barack Obama (todos demócratas), ante el Papa Francisco y en la Super Bowl.
Su vida personal tuvo altibajos, empezando por la muerte de su madre a los 10 años, embarazos a los 12 y 14, y el nacimiento de Clarence y Edward a instancias de su padre predicador. Criada por su abuela con dos hijos, se casó con el abusivo manager Ted White en 1961, a los 19 años, y tuvo un cuarto hijo, Kekerf, con Ken Cunningham en 1970.