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Picasso fue estigmatizado en Francia como extranjero, anarquista y vanguardista

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Barcelona - La historiadora francesa Annie Cohen-Soral ha podido trazar la trayectoria del pintor español Pablo Picasso en Francia a través de una serie de documentos inéditos. Cohen-Solal es la a.

Barcelona – La historiadora francesa Annie Cohen-Soral ha podido trazar la trayectoria del pintor español Pablo Picasso en Francia a través de una serie de documentos inéditos.

Cohen-Solal es la autora de Picasso, el extranjero, que acaba de publicarse en España como resultado de su investigación sobre documentos inéditos en los archivos tanto del Museo Picasso de París como de la policía.

La autora señala que Picasso ya era considerado sospechoso cuando llegó a París en 1901. Francia estaba viviendo una serie de convulsiones sociales, entre ellas los atentados terroristas perpetrados por anarquistas contra el propio Presidente francés, que habían aumentado la tensión contra los extranjeros».

Picasso quería quedarse en París y para ello contó con la ayuda de catalanes residentes en París, muchos de ellos artistas anarquistas.

La policía francesa los vigilaba, entre ellos a Picasso, que vivía en casa del marchante Pere Magnac.

La autora subraya que el libro contiene «numerosos documentos inéditos e inéditos hasta ahora, entre ellos 4.000 cartas escritas a Picasso por su madre (Maria Picasso) desde 1900 hasta su muerte en 1938″.

Picasso solicitó la naturalización en 1940 porque temía ser asesinado por los franquistas, como lo fue (Federico García) Lorca en 1936″.

Cohen-Solal descubrió quién le había denegado la nacionalidad francesa. La personalidad que hay detrás de este policía, que sigue representando a todo el cuerpo de policía, es verdaderamente catastrófica».

También hay cartas sin fecha recibidas por el pintor, que se afilió al Partido Comunista, de alcaldes comunistas de varios municipios franceses, pidiéndoles sus obras.

Otra petición fue la de Françoise Gillotte para dar a sus hijos, Claude y Paloma, el apellido Picasso.

Sin embargo, «el Gobierno francés se negó en 1962 alegando que un apellido francés tan bello no podía ser sustituido por uno extranjero».

Según sus investigaciones, en 1932 los surrealistas acusaron a Picasso de ser un «hombre horrible» por no firmar un manifiesto contra la policía, pero «Picasso tenía miedo de ser deportado».

El libro también aborda el poco conocido caso de la incautación por parte del gobierno francés de 700 obras cubistas en 1914, que duró casi una década.

Los investigadores sostienen que Picasso siempre permaneció en Francia porque «no le gustaba viajar mucho» y por vínculos afectivos.

Tenía que renovar su carné de identidad en comisaría cada dos años, pero el Estado francés le concedió una «carte de résident privilégié» por donar una colección de sus obras en 1907.

Cuando el General de Gaulle le pidió que se convirtiera en francés, se negó y también rechazó la Legión de Honor porque ya no necesitaba protección, como hizo en 1940.

Cohen-Solal relata también su vida cotidiana durante la ocupación nazi de Francia.

Para los nazis, Picasso era la personificación de un «artista degenerado», pero fueron muchos alemanes los que salvaron su obra de la destrucción, según el autor. efe’.

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