Internacionales

El cambio climático y otros factores agravaron su impacto. Madrid, 19 Sep (EUROPA PRESS)

caruri 1890.png
caruri 1890.png
19 Sep, Madrid. Las lluvias torrenciales registradas en amplias zonas del Mediterráneo a principios de septiembre se debieron en gran medida al cambio climático y al aumento de las emisiones de gas.

19 Sep, Madrid.

Las lluvias torrenciales registradas en amplias zonas del Mediterráneo a principios de septiembre se debieron en gran medida al cambio climático y al aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero, según un estudio realizado por un equipo internacional de 13 climatólogos del grupo World Weather Attribution (WWA).

El análisis, que afirma que “la interacción entre precipitaciones, exposición y vulnerabilidad, exacerbada por el cambio climático, ha tenido un impacto generalizado en la región mediterránea”, concluye que factores como la construcción en zonas propensas a las inundaciones, la deforestación y el impacto del conflicto libio han provocado una mayor destrucción causada por las fuertes lluvias.

El calentamiento antropogénico ha multiplicado por 10 la gravedad de las selvas tropicales en Grecia, Bulgaria y Turquía, y hasta por 50 en Libia. Además del cambio climático, factores humanos como la construcción en zonas propensas a las inundaciones, el mal mantenimiento de las infraestructuras y la deforestación, así como factores regionales como el impacto de los conflictos en el caso de Libia, están convirtiendo la meteorología en un desastre humanitario.

A principios de septiembre, un sistema de bajas presiones llamado tormenta Daniel afectó a España y al Mediterráneo oriental, descargando fuertes lluvias durante 10 días consecutivos no sólo en España sino también en Grecia, Bulgaria, Turquía y Libia.

Este aguacero tropical provocó fuertes inundaciones en todo el Mediterráneo, cobrándose cuatro vidas en Bulgaria, cinco en España, siete en Turquía y 17 en Grecia.

La mayor catástrofe, sin embargo, se produjo en Libia, donde las inundaciones provocaron el colapso de dos presas y el número de víctimas es indeterminado, pero ha superado los 4.000 muertos y los 10.000 desaparecidos.

Para cuantificar el impacto del cambio climático en las lluvias torrenciales de la región, los científicos analizaron los datos climáticos y realizaron simulaciones por ordenador para comparar el clima actual, en el que la temperatura global ha aumentado 1,2ºC respecto a 1800, con los climas pasados utilizando un método de comparación de un par.

Los científicos dividieron su análisis en tres regiones: en Libia, se centraron en el noreste del país, donde se registraron las mayores precipitaciones torrenciales; en Grecia, Bulgaria y Turquía, donde se registraron las mayores precipitaciones torrenciales durante cuatro días; y en España, donde se registraron las mayores precipitaciones durante varias horas.

En el caso de Libia, los científicos concluyeron que el cambio climático antropogénico había multiplicado por 50 la probabilidad de que esto ocurriera y que las precipitaciones durante este periodo habían aumentado un 50% como consecuencia de las emisiones de gases de efecto invernadero.

De hecho, los meteorólogos han llegado a la conclusión de que este fenómeno es extremadamente raro y sólo podría producirse una vez cada 300 a 600 años en el clima actual.

En el caso de Grecia, Bulgaria y Turquía, las precipitaciones han aumentado un 40% como consecuencia de las actividades humanas que han calentado el planeta, lo que indica que el cambio climático ha multiplicado por diez la probabilidad de lluvias torrenciales.

De hecho, este fenómeno se produce ahora “con una frecuencia razonable, una vez cada 10 años”, es decir, hay un 10% de probabilidades de que ocurra una vez al año, señala el estudio.

En el caso de Grecia central, donde se producen la mayoría de estos impactos pluviales, el fenómeno es menos probable que en otras regiones, ya que el periodo de recurrencia es de una vez cada 80 a 100 años, lo que corresponde a una probabilidad del 1-1,25% anual. Según el análisis, para España, los científicos estiman que este tipo de lluvias torrenciales en pocas horas pueden esperarse una vez cada 40 años, pero los científicos no han podido identificar plenamente las causas de estas precipitaciones porque los modelos climáticos disponibles no representan bien las lluvias torrenciales en escalas temporales tan cortas como un día.

Estas conclusiones están sujetas a incertidumbres matemáticas, como los fenómenos que se producen en zonas relativamente pequeñas y la incapacidad de algunos modelos climáticos para representar fenómenos de lluvias torrenciales a pequeña escala.

En general, los científicos creen que el aumento de las temperaturas provocará lluvias torrenciales y predicen que, a medida que aumenten las temperaturas, se producirán precipitaciones más intensas.

En cualquier caso, las estaciones meteorológicas indican que la región se encamina hacia una tendencia de mayores precipitaciones. Sin embargo, debido a las limitaciones de los modelos, los científicos no han estimado cómo afectará el cambio climático a estas lluvias torrenciales, pero advierten de que este fenómeno irá en aumento.

En cualquier caso, el estudio advierte de que los enormes impactos observados en algunas regiones se deben a una combinación de alta vulnerabilidad de la población y susceptibilidad a estos fenómenos.

En Grecia central, por ejemplo, la mayoría de las ciudades, comunidades e infraestructuras afectadas se encuentran en zonas inundables. En Libia, la catástrofe se debió a una combinación de múltiples factores, entre ellos el resultado más reciente del conflicto en curso en el país, la inestabilidad política, posibles fallos de diseño de las infraestructuras y un mantenimiento deficiente de las presas.

En definitiva, el informe afirma que las lluvias torrenciales fueron el resultado de la interacción de estos factores, que junto con el cambio climático provocaron una destrucción extrema en la región.

Al comentar las conclusiones, Vasiliki Kotroni, Directora de Investigación del Observatorio Nacional de Atenas, instó a “tener en cuenta las precipitaciones extremas que azotaron el centro de Grecia y reorganizar los sistemas de alerta temprana hacia una alerta basada en el impacto, la capacidad de respuesta de la protección civil y el diseño de infraestructuras resilientes en la era del cambio climático”.

Por su parte, la profesora Friederike Otto, del Instituto Grantham de Cambio Climático y Medio Ambiente del Imperial College de Londres, advirtió de que el Mediterráneo es un “punto caliente de riesgo” debido al cambio climático.

Tras un verano de olas de calor e incendios forestales devastadores que muestran claramente los efectos del cambio climático, resulta difícil cuantificar la contribución del calentamiento global a estas inundaciones”, admitió.

Sin embargo, cree que reducir la vulnerabilidad y aumentar la resiliencia ante fenómenos meteorológicos extremos de todo tipo es “sin duda” de vital importancia para salvar vidas en el futuro.

Por último, Julie Arrighi, Directora del Centro de la Cruz Roja y la Media Luna Roja para el Cambio Climático, afirmó que este devastador desastre muestra cómo el cambio climático alimenta los fenómenos meteorológicos extremos y, unido a factores antropogénicos, tiene el potencial de tener mayores repercusiones, más personas, bienes e infraestructuras expuestos al riesgo de inundaciones y más vulnerables.

Y concluyó: “Hay soluciones prácticas para evitar que este tipo de catástrofes se conviertan en rutina, como reforzar la gestión de emergencias, mejorar la previsión de impactos y los sistemas de alerta temprana, y diseñar infraestructuras para el clima futuro.”

TRA Digital

GRATIS
VER