Cervantes se fijó en China. La segunda parte de su obra maestra Don Quijote de la Mancha le sirvió de impulso. El emperador Wanli de la dinastía Ming, la más próspera y poderosa de la antigua China, fue designado para esta tarea. Miguel de Cervantes y el Emperador Wanli podrían haberse conocido hace más de 400 años. Tuvieron la oportunidad de conocerse, pero no lo hicieron.
Escritores españoles revelan que fue invitado por el Emperador de China para ir a Pekín y crear una escuela de español. Las referencias incluyen otros testimonios sobre posibles viajes a Oriente. En aquella época, los misioneros europeos visitaban China para difundir la religión y la sabiduría occidentales y regresaban con conocimientos inéditos sobre China.
Es probable que Cervantes quisiera conocer el país oriental. Sin embargo, se teoriza que la avanzada edad y la enfermedad de Cervantes le disuadieron de hacer un viaje tan largo; nació en 1447 y en 1616 tenía casi 70 años. Como hombre enfermizo, no habría podido soportar un viaje tan largo.
Había otra razón de peso: durante dos años, de 1614 a 1616, estuvo trabajando en la segunda parte de El ingenioso hidalgo, Don Quijote de la Mancha, porque Cervantes estaba indignado por el plagio y la usurpación del impostor Alonso Fernández de Abellánde Esto se debió a que
El viaje del famoso escritor a China nunca se materializó. Sin embargo, la visión del emperador Wanli se hizo realidad. El Centro Cultural Cervantes de Pekín, fundado en 1949, está logrando resultados notables.
En 1922 se publicó la primera edición china del Quijote, convirtiéndose en el primer libro de la literatura española traducido al chino. Titulada Biografía de un caballero loco, se publicó en Shanghai y fue traducida del inglés por el escritor Lin Shu y su ayudante Chen Jialin. Por supuesto, en la actualidad existen varias traducciones de esta obra del idioma original al chino (este artículo se basa en un interesante artículo de nuestro querido amigo Fidel Soto, de la Casa de China).