Nueva York, 25 oct (EFE) – El próximo viernes se cumplirá un año desde que el magnate Elon Musk compró la red social Twitter.
X es una versión financieramente más ajustada de Twitter y desde junio está dirigida por la ejecutiva de publicidad Linda Yaccarino. Fue nombrada por Musk para aumentar los ingresos después de que varios anunciantes se retiraran de la plataforma como consecuencia de las nuevas políticas y la escasa moderación de contenidos nocivos.
La adquisición de Twitter se completó el 27 de octubre de 2022 por 44.000 millones de dólares y las cuentas de la empresa ya no están a disposición del público porque dejó de cotizar en bolsa, pero el propio Musk ha declarado públicamente en los últimos meses que X vale unos 4.000 millones de dólares y emplea a unas 1.500 personas, un tercio de las cuales son ingenieros.
Musk pidió prestados unos 13.000 millones de dólares a bancos de Wall Street, pero respaldó la operación con capital propio y de su empresa de coches eléctricos Tesla. De Tesla también contrató a empleados especializados para que le asesoraran sobre la plataforma, junto con ejecutivos de sus otras empresas, SpaceX y The Boring Company.
La información privilegiada llega ahora a cuentagotas a través de entrevistas guionizadas y conversaciones X, que Musk gestiona como un goteo. La empresa no suele responder a los medios de comunicación, que, según Mask, son terriblemente izquierdistas, “woke” o políticamente correctos.
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Mask, que sigue siendo el hombre más rico del mundo, siempre ha insistido en que los cambios que ha impuesto son necesarios para mejorar su situación financiera y promover la libertad de expresión, una de sus grandes pasiones.
Sin embargo, hay que ser escéptico ante sus declaraciones. En verano, afirmó haber recuperado a “casi todos” sus anunciantes. Algunas empresas han vuelto, como Coca-Cola, mientras que otras siguen retirándose, como Gilead, cuyos anuncios aparecían en cuentas “verificadas” con tendencias blasfemas.
En una conversación con un usuario el pasado julio, Musk dijo que X era “negativo en flujo de caja debido a una caída del 50% en los ingresos por publicidad y una gran carga de deuda”, y los datos de Reuters muestran que los ingresos en EE.UU. han caído cada mes desde la adquisición empresarial.
Cambio implacable
Los anunciantes están al tanto de la marcha de un ejecutivo que solía moderar los contenidos. El trabajo queda ahora en gran parte en manos de las “notas de la comunidad”, mensajes complementarios que aparecen en las publicaciones virales y a los que los propios usuarios aportan matices y contexto.
Lo más polémico es Twitter Blue, rebautizado como X Premium, uno de los cambios introducidos en la plataforma, que intenta diversificar los ingresos mediante un modelo de suscripción que permite a cualquiera comprar tokens de autenticación, antes asociados a credibilidad y público Este es un intento de hacerlo.
Según los datos analizados por el investigador Travis Brown en agosto por Mashable, X Premium cuenta con unos 828.000 suscriptores, es decir, alrededor del 0,15% de los 550 millones de usuarios mensuales de la red social.
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Usuarios, medios y organizaciones han denunciado los efectos nocivos del sistema: el Centre For Countering Digital Hate (CCDH) denunció que Twitter violó sus propias políticas al no eliminar con prontitud las publicaciones que incitan al odio y las cuentas que las difunden El informe reveló que. Sorprendentemente, la respuesta de la empresa fue denunciar a CCDH (también crítico con Meta y TikTok), alegando que CCDH intentaba censurar las redes sociales y que las acusaciones habían alejado a los anunciantes y costado a la empresa “decenas de millones de dólares”.
Sin embargo, con la guerra entre Israel y Hamás volviendo a poner de manifiesto la utilidad de X como arma de manipulación desinformativa, las autoridades europeas pidieron a Mask que explicara las medidas que estaba tomando para frenar la desinformación, lo que no le gustó nada y puso en marcha una primera investigación en virtud de la nueva Ley de Servicios Digitales.
X está probando una suscripción anual de un dólar (de momento sólo para quienes acaban de unirse a la plataforma) en Nueva Zelanda y Filipinas.
Nora Quintanilla.
Por: efe’.