Port-au-Prince — En medio de un recrudecimiento de la violencia armada, Haití se encuentra en un callejón sin salida a la espera del despliegue de una misión multinacional de la ONU liderada por Kenia, que hace crisis a cada paso.
Agobiado por los grupos armados desde hace años e incapaz de aplicar medidas que garanticen la seguridad de vidas y bienes, las autoridades haitianas esperan que la misión, que se espera que incluya al país caribeño, ayude al empobrecido Haití a combatir el deterioro de la situación de seguridad.
El Parlamento keniano aprueba el despliegue de policías en Haití.
La ONU ha declarado que la misión no es una fuerza o unidad de mantenimiento de la paz, como es habitual, sino simplemente una unidad de apoyo policial bajo el mando de la policía haitiana.
Un Estado sin autoridades establecidas En los últimos meses, Haití ha carecido de representantes electos, ya que las elecciones se han pospuesto continuamente y el presidente Jovenel Moise fue asesinado en 2021. Esta situación ha exacerbado la fragilidad política y económica y ha facilitado que las bandas aumenten su poder y control sobre Haití, donde la máxima autoridad actual es el Primer Ministro.
Henry, que lleva más de dos años y medio en el poder, no ha cumplido las promesas hechas en el acuerdo multipartidista, como establecer un entorno pacífico y celebrar elecciones creíbles, honestas y democráticas.
En los últimos meses, varias misiones regionales han visitado el país y han intentado encontrar soluciones a la crisis en el marco de un diálogo interminable con diversos actores políticos, pero hasta ahora no se ha logrado ningún avance.
En el entorno político local se rumorea que Henry dimitirá el 7 de febrero, pero algunos funcionarios insisten en que el jefe de gobierno debe permanecer en el cargo hasta que se elijan nuevos representantes en las elecciones y que es poco probable que se produzca una transición de poder.
País gobernado por bandas La escalada de violencia en varias comunas del oeste, especialmente en Plaine du Cul de Sac y Cité Soleil, ha desencadenado nuevas migraciones hacia las zonas de acogida, afectando a la vida cotidiana en Haití por su brutalidad y falta de seguridad.
La zona de Cité Soleil, densamente poblada, ha experimentado un repunte de la violencia en los últimos días, con nuevos enfrentamientos entre grupos que luchan por nuevos asentamientos, pocos días después del presunto suicidio del líder de una importante banda de esta comuna.
Según organizaciones de derechos humanos, decenas de personas han muerto o resultado heridas en la zona, entre civiles y miembros de bandas rivales.
Desde la reanudación de este conflicto armado, los camiones no pueden salir de la terminal de Varou, que suministra petróleo a toda el área metropolitana, y es probable que esta situación provoque una mayor escasez de combustible y empeore la situación humanitaria.
Entre 200 y 300 bandas operan actualmente en todo el país sin autorización, controlan hasta el 80% de la región de Puerto Príncipe y siembran el terror día y noche.
Según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), entre enero y septiembre de este año se registraron 5.599 incidentes de violencia relacionados con grupos armados, de los cuales 3.156 fueron asesinatos, 1.159 heridos y 1.284 secuestros.
Además, casi 200.000 personas se han quedado sin hogar en este pobre país, cifra que aumenta a diario a medida que los grupos armados ocupan nuevos territorios. Cientos de niños no han podido volver al colegio porque muchas escuelas han sido tomadas por bandas, que también han sido la causa de cientos de violaciones.
En Haití, con una población de 11 millones de habitantes, casi la mitad de la población necesita ayuda humanitaria y, según las agencias, 4,3 millones de personas padecen inseguridad alimentaria.