Uno de los principales retos de la administración de Luis Abinader fue la comunicación. A lo largo de sus tres años de gestión, su manejo estratégico no ha alcanzado el nivel exigido por la ciudadanía, ni mucho menos el nivel de eficiencia de la administración anterior (que era reactiva y no preventiva).
A pesar de gestionar importantes recursos, el paradigma comunicativo del Gobierno se basa en la inserción de anuncios y prioriza la estética de la información sobre el tiempo y la forma de informar; y como todas las acciones se desarrollan dentro de esta lógica, la Administración, ya sean bots, información controlada cortafuegos o redes sociales, puede ser controlada a posteriori mediante la manipulación de las redes sociales, es sistemáticamente imposible visualizar con antelación las causas que podrían crear futuras crisis, y mucho menos dar importancia a los escenarios previstos.
Se gastan miles de millones de dólares en publicidad estatal, lo que hace no sólo imposible que el gobierno imponga la narrativa dominante del partido y mantenga el control y la unidad de los portavoces (lo que ya es una cuestión política), sino también ineficaz el desarrollo de información y campañas que tengan un impacto positivo en el bienestar y la calidad de vida de las personas También es inconcebible.
La gestión de la comunicación gubernamental afecta a dos ejes -el institucional y el político- y como el Estado es la entidad política por excelencia, uno no puede separarse del otro. Por lo tanto, así como es importante comunicar los mensajes institucionales de manera clara, anticipada y adecuada, también lo es comunicarlos de manera oportuna, clara, coordinada y focalizada para garantizar la eficiencia de los esfuerzos y maximizar su eficacia comunicacional.
El manejo de la crisis del dengue (o de la epidemia de cólera en La Ciénaga de Barahona, por ejemplo) no demuestra una incomprensión de los retos de la comunicación en la sociedad del conocimiento, sino un guión que sigue impulsos naturales que se despliegan a través de varias etapas de negación, minimización, demora, aceptación condicionada y comparación Esto evidencia un patrón estructural que ni siquiera sigue el Una vez iniciado este proceso, los usuarios de las distintas redes acaban reaccionando de forma pasiva/agresiva.
Queda por ver si esta estrategia es eficaz en situaciones de tensión y estrés comunicativo, o si sólo lo es en situaciones controladas, en situaciones de crisis, o si puede mantenerse en el día a día de las campañas electorales.
Además de aspectos coyunturales y políticos, la comunicación nacional requiere autoridad, control, unidad de portavoces, coordinación de mensajes, empatía, rigor, integridad, relevancia, oportunidad… O todos ellos son necesarios.