Obispo chileno asume en medio de fuertes protestas

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SANTIAGO, Chile (Tomado de AP) — Con inéditas refriegas y gritos entre partidarios y detractores, dentro y fuera de la catedral de la catedral de Osorno, asumió el sábado el nuevo obispo Juan Barros, visto por algunos como un encubridor del mayor cura pederasta de la Iglesia chilena.

Tras asumir, Barros abandonó la catedral custodiado por efectivos antimotines, mientras en las afueras centenares de personas, muchas vestidas de negro en señal de luto, demandaban la renuncia del clérigo de 58 años. Simultáneamente, algunos conductores en caravanas de automóviles con pancartas también exigían su salida.

A pesar de que la catedral de San Mateo estuvo fuertemente custodiada por policías antimotines, varios detractores de Barros ingresaron al templo con globos y pancartas negras, para exigir con cánticos y gritos la renuncia del nuevo obispo de Osorno, una ciudad 930 kilómetros al sur de Santiago. En la catedral había entre 400 y 500 personas.

A la ceremonia asistieron sólo 15 de los 35 obispos de la Conferencia Episcopal de Chile y una veintena de los 35 sacerdotes de la ciudad, y se ausentaron todas las autoridades de Osorno, además casi todos los laicos.

El nuevo obispo de Osorno es rechazado por las acusaciones de que encubrió abusos sexuales del peor cura pederasta chileno. Barros fue nombrado por el papa Francisco a pesar de conocer las críticas en su contra y el rechazo que despierta.

El papa se reunió con Barros hace algunas semanas y tras conversar con él, lo reconfirmó. Lo había designado el 10 de enero, lo que despertó de inmediato el rechazo en amplios sectores del país.

La ceremonia contrastó fuertemente con un acto similar en enero, cuando asumió el obispo en Arica, monseñor Moisés Atisha. La catedral de esa norteña ciudad chilena estaba repleta con más de 2.000 personas, incluidos el cardenal, el arzobispo de Santiago y el presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Ezzati, así como sacerdotes, diáconos y obispos de todo el país.

Juan Carlos Claret, uno de los principales líderes de los movimientos laicos de Osorno, dijo a The Associated Press que contra toda tradición, las puertas de la catedral estaban cerradas y los invitados a la ceremonia entraron por un costado del templo.

La idea de los detractores del obispo era manifestarse pacíficamente en el interior del templo, pero fueron reconocidos por partidarios del Barros y se iniciaron las refriegas y los gritos.

Claret dijo que continuarán oponiéndose a Barros porque no le «entregaremos la diócesis en bandeja».

Las críticas a Barros obedecen a su cercanía con el cura Fernando Karadima, condenado por el Vaticano a una vida de «penitencia y oración» por abusar sexualmente de menores, manosear sus genitales y besarlos en las comisuras de sus labios. Los abusos duraron décadas, según falló la jueza Jessica González en el juicio penal que no condenó a Karadima, pese a probar los cargos, porque los delitos prescribieron por el paso de los años.

En declaraciones a The Associated Press el sábado, el periodista Juan Carlos Cruz -quien durante su adolescencia fue una de las víctimas de Karadima- criticó al papa por ratificar a Barros pese a que fue informado «por tanta gente que ha hablado con él, sabiendo de los expedientes que hay en Roma del caso Karadima, donde Barros está mencionado».

«Yo lo responsabilizó (al papa) y como decimos nosotros (las víctimas), estamos acostumbrados a las bofetadas de la jerarquía chilena, nunca nos habíamos esperado una bofetada de parte del papa», agregó.

Las críticas al nombramiento de Barros provienen de todos los sectores de la sociedad chilena, incluido el ex presidente Eduardo Frei (1994-2000), obispos, sacerdotes y laicos.

 

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