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Una fe que nunca descansa

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Semanalmente, dos veces, Luisa Arguello y su esposo rezan de madrugada en la capilla de adoración perpetua de la iglesia católica San Benito, en Hialeah, Miami.

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HIALEAH (AP). — Semanalmente, dos veces, Luisa Arguello y su esposo rezan de madrugada en la capilla de adoración perpetua de la iglesia católica San Benito, en Hialeah, Miami. Arguello, coordinadora de la capilla desde su inauguración en 2019, señala: «El reloj biológico se habitúa. Sientes que el Señor te abraza y todo cambia».

En cientos de parroquias de Estados Unidos, un número creciente de católicos hacen turnos frente al Santísimo Sacramento — que creen es la presencia real de Cristo — en capillas abiertas las 24 horas. Miles de iglesias más tienen horarios regulares de adoración. El Vaticano celebra esta práctica con el evento «24 horas para el Señor», con oración continua por todo el mundo, incluyendo el santuario «La Ermita» en Miami.

Alfredo Janson, ingeniero de comunicaciones, asiste a diario de 6 a 7 a.m. a la capilla adornada con orquídeas. La llama «la fábrica de milagros», por la curación de su hermano en Nicaragua. Él es uno de 400 adoradores comprometidos a dedicar al menos una hora semanal. Su participación permite que la capilla esté abierta a quienes desean detenerse unos minutos antes o después de sus actividades.

La ley eclesiástica prohíbe dejar la custodia sin adoradores, por lo que el compromiso comunitario es vital. La capilla está abierta a todos, excepto de medianoche a 6 a.m., cuando solo acceden adoradores registrados. Ya se planea su ampliación.

La oración, comunión

El reverendo Yonhatan Londoño, actual párroco, la llama «un oasis», y recuerda que la oración también es comunión. Su predecesor inició la capilla, y durante la pandemia llevó la custodia por las calles del vecindario.

La tradición se remonta a san Carlos Borromeo, quien durante la peste en Milán expuso la hostia en altares al aire libre. La adoración floreció después de la institución de la festividad de Corpus Christi. España y Latinoamérica conservan procesiones solemnes y festivales populares ligados a esta solemnidad.

El papa Francisco, en su juventud, acudía con su hermano a la adoración nocturna en Buenos Aires. Inició la práctica de «24 horas» en Cuaresma. San Juan Pablo II, en 2003, escribió sobre su importancia, diciendo que «es hermoso estar con Él».

Timothy O’Malley, del Centro de Liturgia de la Universidad de Notre Dame, destaca que la adoración ofrece a los jóvenes un espacio sin distracciones donde pueden «estar presentes en silencio, sin tecnología».

El reverendo Alejandro Rodríguez Artola, de Santo Tomás Apóstol, afirma que la adoración brinda intimidad. «La misa tiene un elemento social. Aquí sienten que Él les habla solo a ellos».

Hace 15 años incluyó una capilla al reconstruir una iglesia destruida por un incendio. Hoy su parroquia ofrece adoración por cerca de 12 horas diarias. Muchas familias se detienen antes o después de clases o actividades deportivas.

Una tarde reciente, en la capilla de San Benito, algunos rezaban el rosario, otros leían las Escrituras o permanecían en silencio. Lastenia Vivas, quien cubre turnos nocturnos, resume: «Uno llega cansado, pero la paz que se siente es única».

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