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La cuarta palabra de Jesús en la cruz — “Elí, Elí, ¿lamá sabactaní?” (Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?) –, según el Evangelio de San Mateo (27,46), es un clamor de aflicción, pero también de esperanza. En el contexto del Viernes Santo, esta expresión refleja el abandono humano de Cristo en la cruz y, a la vez, la certeza de que Dios permanece presente incluso en el silencio.
Así lo expresó el Reverendo Diácono Juan María Durán, de la Parroquia Corpus Christi (Vicaría Episcopal Territorial Este), al dirigir una profunda reflexión que conecta el sufrimiento de Cristo con las realidades actuales del país, especialmente en relación con la inseguridad vial y las tragedias humanas que esta provoca.
“Esta expresión de Jesús, en su humanidad, nos invita a mirar dentro de nosotros y reconocer cuántas veces nos hemos sentido abandonados, sin esperanza. También nos llama a transformar la oscuridad en luz, el dolor en confianza, como lo hizo Él”, señaló el diácono durante su mensaje, enmarcado en las celebraciones del Año Jubilar 2025, convocado por el Papa Francisco bajo el lema “Peregrinos de la Esperanza”.
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En ese mismo espíritu de esperanza, la Iglesia hace un llamado a reflexionar sobre la crisis que atraviesa la sociedad dominicana, especialmente en lo relativo a los accidentes de tránsito. Según datos del Observatorio Permanente de Seguridad Vial (Opsevi), en 2024 se registraron 3,114 muertes por siniestros viales, una cifra que apenas varía con respecto al año anterior (3,128 fallecidos), lo que equivale a un promedio de 8 muertes diarias.
El mensaje también hace eco del informe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que sitúa a la República Dominicana como el país con mayor tasa de siniestros viales con lesionados por cada 100,000 habitantes y el segundo en mortalidad vial en la región, solo superado por Haití.
El Reverendo Diácono Durán destacó la falta de compromiso de muchos sectores sociales, la deficiencia en la aplicación de las leyes de tránsito y la educación ciudadana como causas de esta tragedia silenciosa. “Vivimos en una sociedad donde las normas se violan como algo cotidiano: vehículos pesados circulan sin las medidas mínimas de seguridad, motocicletas sin placas ni cascos, conductores bajo los efectos del alcohol o drogas, y una indiferencia generalizada por parte de las autoridades competentes”, advirtió.
De igual manera, invitó a toda la población, desde ciudadanos comunes hasta autoridades de alto nivel, a asumir con responsabilidad su papel como agentes de cambio. “No podemos seguir siendo una sociedad reactiva, esperando que la tragedia nos despierte. Es hora de actuar con determinación y sembrar esperanza”.
La Iglesia reitera su compromiso de acompañar a la sociedad dominicana en este camino de transformación y conversión, recordando las palabras del apóstol San Pablo en su carta a los Romanos: “Incluso no nos acobardemos en las tribulaciones, sabiendo que la prueba ejercita la paciencia, que la paciencia nos hace madurar y que la madurez aviva la esperanza” (Rom. 5,3-4).
El mensaje finaliza con un llamado claro: que la Pascua de Cristo inspire a cada ciudadano a afrontar con valentía su responsabilidad y a actuar desde la fe, la esperanza y el compromiso social.
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