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Solidaridad… “La verdadera pregunta no es qué esperamos de la vida, sino qué espera la vida de nosotros”.
-Viktor Frankl, El hombre en busca de sentido
La empatía como simiente: la solidaridad como fruto
La empatía nos permite sentir al prójimo; la solidaridad nos impulsa a actuar por él. Si la empatía es la emoción que nos une, la solidaridad es el compromiso que nos moviliza. La una no basta sin la otra.
La psicología social ha demostrado que las personas más felices no son las que más reciben, sino las que más dan.
Cuando dar se convierte en conexión: la experiencia de Elizabeth Dunn
La psicóloga Elizabeth Dunn, de la Universidad de Columbia Británica, profundizó en su investigación: descubrió que la felicidad que proviene de dar se potencia cuando el acto solidario involucra contacto directo con quien recibe la ayuda.
En un experimento de campo, un grupo de participantes recibió dinero con la instrucción de donarlo directamente a una persona necesitada, mientras que otro grupo debía hacerlo mediante una donación anónima.
Los resultados revelaron que quienes vieron el rostro, escucharon la historia o compartieron tiempo con el beneficiario, experimentaron niveles notablemente más altos de felicidad y satisfacción duradera.
Dunn, E. W., Aknin, L. B., & Norton, M. I. (2013). Prosocial spending and well-being: Cross-cultural evidence for a psychological universal. Journal of Personality and Social Psychology, 104(4), 635-652.
Este descubrimiento corrobora lo que la intuición ya nos decía: cuando el dar se convierte en encuentro, también se convierte en transformación. La solidaridad, más que un acto económico, es una inversión en humanidad compartida.
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