Salud

Autismo en jóvenes, ¿Qué se esconde tras él?

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Lorena, con 18 años, adora los abrazos o "cariñitos" como cariñosamente los llama.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Muchos jóvenes con esta condición sueñan con tener una vida normal, pero para lograr la independencia en una sociedad que a menudo los rechaza, deben seguir una serie de terapias que incluyen juegos y actividades lúdicas. A sus 34 años, Dorisbel Reyes Abreu sueña con tener un trabajo. Lorena, con 18 años, adora los abrazos o “cariñitos” como cariñosamente los llama.

Sin embargo, a su compañera Jeishly no le agradan estos cariñitos, lo que influye en que no disfrute mucho las terapias en grupo con ella.

Alcibíades Polanco Capellán, durante una entrevista, confesó que ha sido rechazado en el ámbito laboral en muchas ocasiones, a pesar de sus esfuerzos. Él, con 30 años, recientemente presentó un libro titulado “En la sombra del autismo”, el espectro que comparten los individuos mencionados, incluyendo el autor, quienes luchan por una vida normal en un mundo con pocas oportunidades.

Para una persona con autismo, alcanzar la independencia no es fácil. Deben someterse a diversas terapias, desde la estimulación cognitiva hasta la terapia ocupacional. El costo de estos tratamientos puede ascender a 4,500 pesos, según la psicóloga Elia María Alburquerque, quien trabaja con individuos con el espectro autista desde hace cinco años.

Esta profesional imparte terapias de estimulación cognitiva en la Fundación Manos Unidas por el Autismo, donde están Dorisbel, Lorena y Jeishly. Allí, estas tres jóvenes, con diferentes manifestaciones del autismo, reciben el apoyo necesario para ser independientes sin que su condición sea una limitación.

Entre juegos y actividades que muchos consideran simples, como tender una cama, 160 personas buscan las herramientas para llevar una vida normal.

Para lograr la estimulación cognitiva en jóvenes de 15 a 32 años, se emplean actividades lúdicas, juegos y otras técnicas que los mantengan motivados. Alburquerque explica que con esto se trabajan funciones cognitivas y ejecutivas del cerebro, como la atención, la planificación, el control inhibitorio y la memoria.

Ejercicios para distinguir entre verdades y opiniones, adivinanzas, razonamiento lógico y búsqueda del tesoro son algunas de las actividades en el segundo piso de la fundación, un espacio adecuado con mesas, sillas y algunos juguetes.

Todo esto también busca estimular la autonomía de los jóvenes con autismo. Alburquerque asegura que las actividades se adaptan a las necesidades del grupo y sus áreas de mejora, ya que “el objetivo es fortalecer esas funciones para que las usen en el día a día, en la vida”.

En cuanto al progreso que ha notado en los jóvenes que asisten a estas terapias los miércoles y jueves de 2:30 a 5:00 de la tarde, la experta destaca el aumento de la confianza al realizar las actividades, una mayor participación y la ayuda mutua entre ellos.

Consciente de que el autismo es un espectro amplio con diversas manifestaciones, lo que hace que “no haya dos individuos iguales”, la psicóloga reconoce que es complejo explicar cómo funciona el cerebro de una persona con esta condición.

Karina Ramírez, con tres años en la fundación y licenciada en educación, trabaja en el área de la autonomía. Explica que los jóvenes realizan actividades de higiene personal, y si tienen dificultades en esta área, se les fortalece. Aprenden a limpiar su hogar, cuidar su ropa, ir a una tienda, un centro comercial y comprar o solicitar un servicio por sí mismos.

Agrega que el grupo que recibe estas terapias actualmente es capaz de comprar, tender su cama, planchar, doblar su ropa, cocinar, encender la estufa, preparar un desayuno sencillo, pelar un plátano y freír un huevo.

Estas terapias están incluidas en el programa Servicio de Formación para la Independencia (Sefvi) de la fundación, con una duración de un año.

Tomás Rubio, con 10 años de experiencia con personas con autismo, utiliza el teatro en la fundación como herramienta para ayudar a los jóvenes a desarrollar la comunicación, el movimiento y la escritura.

Añade que esto se debe al descubrimiento, hace décadas, de las neuronas espejo. “Parece que tienen, porque todo esto del autismo casi siempre es una deficiencia en estas neuronas. Entonces, uno de los descubridores de la neurona espejo dijo que el teatro era una posibilidad para que recuperaran esas neuronas. Esto que digo es una posibilidad, como casi todo”, comenta.

Rubio, quien también trabaja con otras discapacidades como parálisis cerebral o síndrome de Down, reconoce que el teatro en este país, como en muchos otros, enfocado en la sanación y el desarrollo personal, es escaso.

Una muestra del progreso de los jóvenes con esta terapia fue en la décima edición de la caminata de la Fundación Manos Unidas por el Autismo, bajo el lema “Dale color a mi vida”. En el Jardín Botánico, recitaron poesía a los transeúntes y participantes como forma de socializar.

Otra especialista del centro que utiliza el arte como herramienta es Bianka Reyes, esposa de Rubio y licenciada en artes publicitarias. Ambos tienen un hijo de 12 años con autismo.

El deseo de que su hijo aprendiera artes plásticas llevó a Reyes a buscar formación para aplicar sus conocimientos en la enseñanza de niños con esta condición.

Además, dice que estas terapias también ayudan a las personas con autismo a regularse. Este término se refiere a que, cuando los niños con autismo están sobreestimulados o estresados, se sienten nerviosos, por lo que se les ofrece como recurso para tranquilizarse.

Todas estas terapias representan el camino que recorren estos 160 jóvenes para alcanzar la independencia y autonomía.

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