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¿Dónde se encuentran las evidencias?

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No olvidemos que vivimos en un país con un promedio educativo bajo, donde uno de los "líderes" patriotas presume de no haber estudiado ni siquiera la historia de la patria que dice defender.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Una cosa es el rumor, público o privado; otra, la denuncia, pública o privada; y otra muy diferente el deseo de dañar, el morbo, la mentira, el “difama, que algo queda”; y un tercer elemento es el político, que busca sacar provecho político a cualquier denuncia, por extraña o falsa que parezca. No olvidemos que vivimos en un país con un promedio educativo bajo, donde uno de los “líderes” patriotas presume de no haber estudiado ni siquiera la historia de la patria que dice defender.

Durante muchos años, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) hizo muchas denuncias de corrupción, sin aportar ninguna prueba. Aseguraron que el gobierno de Balaguer había creado 500 nuevos millonarios, amparados en el manejo inescrupuloso de los fondos públicos. El PLD publicó – ¿lo recuerdan? – varios “álbumes de la corrupción” (especie de álbumes de fotos públicos) donde nadie se salvaba.

El importante dirigente del Comité Político y ex director de Interior y Policía, Franklin Almeyda, el mismo de los alcoholímetros y las desaparecidas motocicletas “Harley”, proclamó que el país se dividía en dos: “corruptos y peledeístas”.

Según los impolutos del PLD, todos los partidos estaban integrados por ladrones. Los únicos honestos, capaces y trabajadores, eran ellos.

El profesor Juan Bosch, durante una campaña electoral, le aseguró al pueblo que ningún dirigente, militante o simpatizante de su partido se haría rico con el dinero del pueblo. (La historia es reciente, y todos sabemos lo que ocurrió).

El PLD encabezó los dos gobiernos más corruptos de la historia del país. El exsecretario general del PLD llegó a decir, en una ocasión, que “los corruptos no dejan huellas”. (Sí las dejaron, solo que no hubo interés político en encontrarlas, aunque eran muy claras y evidentes, pues “entraron en chancletas y salieron en yipetas”).

Las denuncias ahora se hacen a través de las redes sociales, principalmente. En esa ola se sube mucha gente, dando su apoyo. Gran parte de las redes sociales se han convertido en verdaderos estercoleros, en letrinas donde extorsionadores, chantajistas, mercenarios y sicarios defecan impunemente, sin consecuencias para la difamación y la injuria.

Todos, funcionarios, políticos, artistas, periodistas, comunicadores, abogados, jueces, etc. Nadie se libra de la difamación y la injuria, de la falta de respeto al buen nombre al que todos tenemos derecho, según la Constitución. ¡La selva mediática!.

No pongo en duda muchas de las denuncias de corrupción o malversación de fondos, dependiendo de quién las haga y de su propósito. ¿Hay corrupción? ¡Por supuesto! ¡Lo creo!

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