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Las máquinas rotativas empezaron a demostrar su modernidad. Con la mirada fija en ella, en la zona de los gigantescos rollos de papel, Don José Nene Ureña (accionista mayoritario), su esposa y Bienvenido Alvarez Vega (director), rodeados de editores, diseñadores, analistas, fotógrafos, fotomecánicos, separadores de colores, chóferes, mensajeros, el administrador, secretarias, recepcionistas y conserjes. Héctor Tineo, Bienvenido Rojas, Nelson Gómez, Patricia García, Margarita Cordero, Víctor Tejada, Elsa Expósito, Bienvenido Rojas, Lorelay Carrión, Miguel Pichardo, Jacqueline Ventura, Onorio Montás, Ramón Rivera, Rafael García Romero… Copas y champán también aguardaban el descorche. La dedicación, hermandad y esfuerzo de todos los que lanzaban a la opinión pública el novedoso proyecto periodístico, que fusionó talento humano con tecnología de vanguardia, alcanzaba su punto culminante. Mientras, la interminable cinta de papel repleta de primicias se movía por los rincones de la impresora. La señora de Ureña rezaba ensimismada, manipulando un rosario. De repente la cinta de papel se rompió. La Sorna (impresora) se paró. Las esperanzas se desplomaron. Pero al poco tiempo los técnicos la volvieron a poner en marcha. Le puede interesar: Un fantasma en el Vaticano. Pasaban las horas como años. La noche se hacía larga. La rotativa arrancaba y se detenía. Agobiados por los desvelos de trabajo ininterrumpido y la desesperación, algunos comenzaron a marcharse. Un simple diseñador decía vivir al otro lado del mundo. Kilómetro once de la Autopista Las Américas. Y el galpón de la editorial operaba cerca del antiguo Aeropuerto de Herrera. Por esta razón los chóferes evitaban llevarlo a esas horas de la madrugada, cuando se cerraba la edición. ¿Qué tardaría más, llegar a casa o esperar la salida del diario? Decidió esperar. Quedaron pocos. Al caer la tarde, de aquel 1 de agosto de 1989, finalmente no solo salió a las calles el periódico más moderno, atractivo y completo que hasta ese momento había circulado en Latinoamérica. Sino el primer matutino que por circunstancias se convirtió a la vez en el primer vespertino del mundo; El Siglo.
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