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El Centro Cultural Banreservas es el lugar para la exhibición de Melissa Roedan. De superficie relativamente pequeña y plafones de altura moderada, con recovecos por descubrir y salitas interconectadas, se presta para la presentación de piezas bidimensionales y tridimensionales de tamaño reducido, colocadas en soportes, también accesibles a la vista.
El recorrido, favorecido por el buen montaje, es otra característica. Se sigue de forma natural el “trayecto” y a menudo volvemos atrás, pues estas “Memorias de un recorrido”, fruto de 20 años de trabajo, de investigación, de reflexión, poseen una riqueza que incita a mirar detenidamente y más de una vez. Siempre sucede cuando Melissa expone, incluso en una colectiva, y particularmente cuando es una muestra personal retrospectiva.
Desde nuestro primer contacto con la obra de Melissa Roedan en Arte San Ramón, imperaron la curiosidad y la seducción, por su calidad y originalidad, un interés reforzado porque la artista estudió y residió en Florencia, “cuna” del Renacimiento, de la exploración de la belleza, del arte en fin. Ya lo hemos expresado.
Ahora, la impresión se intensifica, aunque no podemos privilegiarla, sino conocer y reconocer los méritos, los dotes, las variaciones, ese caudal propio que se revela casi metódicamente, como se exhibe.
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Vemos que, en dos décadas, Melissa ha multiplicado las posibilidades de variación y los medios de expresión. Ha ampliado su campo de investigación, guiada por su formación profesional y la cultura visual, por las ideas, la emoción, la vida misma. Además, el nivel de sus obras demuestra que tiene una mente y una mano seguras para encaminar la realización y ultimar los mínimos detalles.
Esta capacidad la habíamos deducido desde que descubrimos sus “objetos de arte”, palabra que preferimos a esculturas. Su dimensión, su refinamiento, su complejidad impresionan tanto por los materiales que incluyen desechos reciclados milagrosamente, como sustancias naturales y sintéticas o complementos áureos.
Los convierten en una sintonía y una sinfonía visual, unidad óptica percibida en su culminación, pero tratamos de descubrir gradualmente su riqueza de signos, detalle tras detalle, los cuales pueden incluir la escritura.
Creemos recordar que, en una de sus etapas, Melissa los llamó juguetes: vemos varios como obras maestras y proyecciones autobiográficas, como una apropiación fantástica desde distintas fuentes, primarias, elaboradas, recreadas, muy personales al final. Su dimensión evocadora contrasta con su tamaño, ¡A veces, las minúsculas dicen más que las mayúsculas!
Mencionamos las obras tridimensionales, que por cierto siempre cautivaron su labor y creatividad -hasta las curiosas arañas de los inicios-, pero también Melissa Roedan es dibujante y pintora -hay un autorretrato especial-, y en la etapa emergente ensayó la abstracción e incluso el informalismo con tonalidades neutras.
Hoy, se distingue por las composiciones mosaicas y en la escultopintura, integrando perfectamente elementos y relieves. La retrospectiva presenta cuadros absolutamente preciosos, desde la concepción hasta la terminación, incluso integran perlas, pedrería y mariposas que volveremos a mencionar.
El gran tema de Melissa Roedan es la vida. Cuando analizamos el arte de las mujeres, aparte de su fuerza e igualdad cualitativa, la maternidad, el don de la vida, el cuidado de esta vida nueva, le confieren un valor único, incluyendo amor y dolor. ¡Y Melissa los expresa!
Proponemos un primer ejemplo exquisito: los deditos de los piecitos… de distintos colores, tamaños y colocaciones. Es más, si no los hallamos, casi los buscamos.
Pero la infancia también está presente con los globos, un objeto que se reitera, trasciende más o menos luminoso, hasta puede estar pinchado… Juega un papel de composición notable, en ascenso, como le corresponde.
Sensible a la naturaleza y a la ecología, Melissa Roedan multiplica las mariposas. No son simplemente decorativas, poseen un valor conceptual y contribuyen al equilibrio espacial. ¡Ojalá renazcan las mariposas en la naturaleza dominicana: ¡el cambio climático casi las eliminó! Ahora bien, las consideramos aquí como parte importante de la poesía visual, propia de su autora, que por cierto escribe hermosamente.
En estas “Memorias de un recorrido”, Melissa Roedan nos invita a pasear por algunos de los caminos creativos de 20 años de un arte singular, estupendo, reflexivo, complejo, entusiasta, incluso fastuoso. Un arte contemporáneo dominicano, que no traiciona ni suprime la belleza, sino la enaltece y la proclama como imprescindible en su personalidad y su expresión creativa, que todavía tiene muchos años por delante y muchos éxitos por cosechar.
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