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Gran parte de esa población en condiciones extremas se hallaba en Sudán y en la Franja de Gaza, y en menor medida en Malí y en Haití.
El hambre aguda afectó a 295 millones de personas de 53 países en 2024, una cifra sin precedentes, principalmente a causa de los conflictos, y las perspectivas para 2025 no son muy prometedoras debido a la disminución de la ayuda internacional, según un informe publicado este viernes.
Por sexto año consecutivo, el balance se agravó y el empeoramiento de la situación en áreas como Sudán, Birmania o Gaza opacaron los progresos registrados en otras zonas, como Afganistán o Kenia, según este reporte anual de la Red Mundial contra las Crisis Alimentarias, integrada por la UE, el Banco Mundial y agencias de la ONU, entre otros.
De estos 295,3 millones de personas (el 22,6% de la población analizada), 1,9 millones estaban al borde de la hambruna, algo nunca visto desde que se empezó a elaborar este informe en 2016.
La mayor parte de esa población en situación extrema se encontraba en Sudán y en la Franja de Gaza, y en menor medida en Malí y en Haití.
“Estamos hablando de una escasez extrema de alimentos, de un agotamiento completo de los mecanismos de resistencia y de supervivencia”, indicó Rein Paulsen, director de la oficina de emergencias y de resiliencia en la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Los conflictos y la violencia, que a menudo conllevan el desplazamiento de la población, fueron el principal factor de crisis alimentaria en 2024, para 140 millones de personas en 20 países.
En otros 18 países, los eventos climáticos extremos provocados por el cambio climático causaron desastres agrícolas: sequías en el sur de África, inundaciones en Bangladés, en Nigeria…
Para 2025, el informe advierte que la intensificación de los enfrentamientos, las tensiones geopolíticas, la incertidumbre que reina en la economía mundial y los recortes de financiación y ayudas ya están “incrementando la inseguridad alimentaria en algunos países”, como la República Democrática del Congo o Haití.
El informe también advierte que “choques económicos” como los aumentos de aranceles o el debilitamiento del dólar pueden provocar un importante aumento de los precios de los alimentos y perturbar las cadenas de suministro.
Al mismo tiempo, la financiación global de la ayuda va en declive, especialmente con la retirada a principios de 2025 de Estados Unidos, otrora primer donante mundial.
El reporte subraya que la financiación vinculada a la alimentación podría disminuir un 45% y que la ayuda de la que se benefician al menos 14 millones de niños está “en peligro”, por lo que quedan “expuestos al riesgo de malnutrición severa y de muerte”.
“El hambre y la malnutrición se extienden más rápidamente que nuestra capacidad de respuesta, mientras que un tercio de los alimentos del mundo se pierde o se desperdicia”, denunció el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, en el prefacio del informe, en el que alerta de unos “niveles récord”.
Con todo, hubo zonas en las que la situación mejoró.
En este sentido, Rein Paulsen citó los avances en Afganistán, donde en 2024 había tres millones de personas menos en situación de inseguridad alimentaria que tres años antes. Según el responsable de la FAO, “una de las razones [de este avance] es la ayuda aportada a los agricultores para que puedan producir”.
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