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¡Lo recomiendo con los ojos cerrados! Averigüen qué centro les conviene y elijan al doctor que más les guste, República Dominicana cuenta con muchos médicos buenos y muy humanos”, dice Michelle Núñez.
Desde el nacimiento del primer bebé concebido mediante técnicas de reproducción asistida (TRA) en 1978 hasta la actualidad, estos métodos han cambiado la vida de millones de mujeres como Angely en todo el mundo. Según el Comité Internacional para el Monitoreo de las Tecnologías de Reproducción Asistida (ICMART), entre 1978 y 2018 nacieron entre 9.8 y 13 millones de bebés gracias a este conjunto de técnicas.
No existen cifras oficiales que recojan el total exacto de los procedimientos realizados en República Dominicana. Estimaciones basadas en centros privados como CERHES permitirían proyectar un rango estimado; la especialista Disla Gómez explicó que, debido al elevado costo que implica y al ser un centro relativamente nuevo, allí se realizan entre uno y dos procedimientos al mes. Bajo ese parámetro, considerando la existencia de al menos 10 centros similares en todo el territorio, se puede inferir que anualmente podrían realizarse entre 120 y 240 tratamientos de este tipo.
Sobre las tasas de éxito, la doctora señala que “en pacientes sin patología de compromiso ovárico o mujeres por debajo de los 35 años, la tasa de éxito ronda entre un 70 % y un 90 %. En casos de endometriosis o baja reserva ovárica, la respuesta al tratamiento de estimulación puede ser de un 30 % o incluso menor”. A pesar de los retos, con la adecuada evaluación del caso, han logrado obtener resultados favorables.
Detrás de esas cifras hay muchas historias que día a día ven la luz y ponen rostro humano a los avances de la medicina reproductiva. Tal es el caso de Sara Soriano, quien se enteró de que en el país existía la posibilidad de la fecundación asistida gracias a un familiar que ya había tenido la experiencia. Cuenta que, junto a su pareja, solicitaron la consulta médica correspondiente, se hicieron análisis y pruebas hasta confirmar que era una opción viable para ellos y para formar su propia familia.
La joven madre explica que, a pesar de las preguntas que tuvieron, contaron con mucho acompañamiento y apoyo en el proceso, de familiares y amigos, brindándoles soporte e incluso acompañándoles al centro de reproducción que eligieron, que estaba fuera de la ciudad.
Relata un momento que fue difícil. La pareja perdió uno de sus embriones. Sin embargo, tras las dudas y preocupaciones que surgieron al respecto, el equipo médico supo respaldarles y explicarles cómo continuar y mantener las esperanzas.
Hoy Sara expresa sentirse “muy afortunada y agradecida. Siempre soñé con tener una hija y llamarla como mi madre, como yo. Hoy tengo dos, con los nombres de mi madre y de sus abuelas. Dos niñas sanas y alegres”.
FIV: la otra opción
Cuando la inseminación artificial no resulta exitosa, la fertilización in vitro (FIV) se convierte en una alternativa viable. Como la historia de Michelle Núñez y su esposo. “Siempre estuvimos al tanto de los problemas de fertilidad de mi esposo, así que desde que decidimos ser padres buscamos un experto en fertilidad. Luego de unos cuantos estudios nos dimos cuenta que yo también tenía problemas para concebir y que la única manera en que era posible para nosotros tener hijos, era a través de la fecundación in vitro”, cuenta.
La doctora Disla Gómez explica que con la FIV, técnica de alta complejidad, se realiza una hiperestimulación ovárica controlada con el uso de medicamentos, se utiliza equipos especializados, y se requiere la participación conjunta de un ginecólogo y un embriólogo. Se obtienen la mayor cantidad de óvulos maduros y los espermatozoides, que luego se fecundan en un laboratorio en medio de cultivo y una incubadora, para finalmente implantar el embrión en el útero de la mujer.
Para Michelle y su esposo fue un momento difícil como pareja y con el anhelo de ser padres. Michelle cuenta que hubo momentos de lágrimas y tristeza, pero siempre contaron con palabras de aliento de sus familias.
Frente a los mitos y tabúes respecto a la FIV, añade que la sobreinformación también genera estrés, por lo que, recomienda siempre seguir las indicaciones de los médicos.
“Hubo mucha incertidumbre, porque el procedimiento no siempre funciona. Es un proceso que toma tiempo, sacrificio y no hay garantías”, aclara. “Confiábamos en que si era nuestro destino, Dios nos iba a cumplir nuestro sueño. Y así fue. La prueba dio positivo y la sonografía mostró dos bebés en camino. Casi 14 años después, nuestros corazones siguen rebosados de gratitud”, dice llena de emoción.
Michelle agradece a Dios la bendición de ser madre y el haberle dado a los médicos el don de ayudar, a quienes augura “un lugar especial en el cielo” por cumplir este sueño que no tiene precio para tantas parejas.
Al preguntarle qué siente hoy, responde feliz: “es el compromiso más grande que he asumido. Hubo un momento en que pensé que nunca escucharía a alguien llamarme “mamá”, y saber que no tendré otra oportunidad para ser madre me hace apreciar hasta los malos momentos. Agradezco las noches sin dormir y las rabietas, tanto como los momentos tranquilos. Tener las paredes rayadas y juguetes en la sala, es sinónimo de que hay un niño en la casa… esa es una bendición que no todo el mundo disfruta”.
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