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Once globos se elevan al cielo en memoria de las madres en el Cementerio Puerta del Cielo

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Mientras transcurría la actividad, las cuerdas de violines en armonía con las voces del coro del camposanto entonaron el Ave María de Schubert.

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Mientras transcurría la actividad, las cuerdas de violines en armonía con las voces del coro del camposanto entonaron el Ave María de Schubert. Las lágrimas rodaron el Día de las Madres en el Parque Cementerio Puerta Del Cielo, situado en el kilómetro 20 de la autopista Duarte, Santo Domingo, donde decenas de familias con nostalgia visitaron las tumbas de sus progenitoras fallecidas. Bajo un cielo soleado, una cruz unida a una cadena de globos biodegradables de color blanco y azul, fue elevada al cielo dibujando en el aire un enorme rosario, como símbolo de paz para las almas. Mientras se desarrollaba la actividad, las cuerdas de violines en armonía con las voces del coro del camposanto entonaron el Ave María de Schubert. Ante la conmovedora escena, decenas de padres, hijos y nietos presenciaron el acto con asombro, mientras una mezcla de emociones se percibió en sus rostros. A la ceremonia asistió el director de LISTÍN DIARIO, Miguel Franjul, acompañado de su esposa, Wendy Santana de Franjul, quienes visitaron las tumbas de sus seres queridos. La misa por el Día de las Madres fue presidida por monseñor Amable Durán, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Santo Domingo, quien en la homilía ofreció palabras conmovedoras sobre el papel de la maternidad. En su mensaje destacó que “una madre es el reflejo del amor de Dios”; celebrarlas es también agradecer por la vida y el amor que ellas brindan cada día. Además, en la misa se ofrecieron oraciones por las madres presentes, así como aquellas que han partido, pero siguen viviendo en los corazones de sus familiares. Como es costumbre, el cementerio conmemora algunas celebraciones importantes del país, como es el caso del Día de las Madres y el Día de los Padres, con el objetivo de “recordar con amor” a las personas que han partido, según explicaron los organizadores de la actividad. Durante la misa, el presidente ejecutivo del camposanto, Leonardo Vargas Gracias, junto a su esposa Norma de Vargas, expresaron sus felicitaciones a esas madres que ya no están en la tierra y las condolencias a sus familiares. “Todos sabemos que no hay amor más puro que el de madre e hijo”, dijo Vargas. Al tiempo de su esposa manifestar que “hoy es un día súper especial para honrar a las madres. La madre es un honor a la maternidad y la maternidad es vida”. “El Señor nos ha regalado lo que es vida. Por lo tanto, honramos a nuestras madres y las que partieron también están siempre recordadas en nuestros corazones”, evocó con añoranza la esposa de Vargas. Yudelka Rojas estaba en el cementerio Puerta del Cielo junto a sus hijas, María Altagracia Rojas y María Isabel Rojas, visitando la tumba de su madre, María Rosario del Carmen Rojas Abreu. Su progenitora falleció a la edad de 67 años y es recordada como una madre irremplazable que siempre estuvo para cada uno de sus hijos. “Mi madre siempre estaba para nosotros, nunca estuvo ausente, siempre fue una madre muy apegada a sus hijos y eso es algo que es imborrable para mí”, expresó con nostalgia ese recuerdo. Recuerdos de mamá. “¡Cómo quisiera, que tú vivieras, que tus ojitos jamás se hubieran, cerrado nunca y estar mirándolos!”, es el fragmento de la canción “Amor eterno” que evidenció lo presenciado en los camposantos ubicados en sectores populosos del Distrito Nacional en el Día de las Madres. Decenas de padres, hijos y nietos visitaron las tumbas de sus progenitoras. Ese ser querido que durante nueve meses alimenta a una criatura en su vientre, y que les concedió además el privilegio de dar a luz. Algunas aún viven para cuidar y amar a sus familiares, pero otras han partido de esta tierra, dejando consigo una ausencia insustituible, llena de añoranzas que alegran el alma. Es ese el caso de Marilyn Ramírez, residente en Villa Consuelo. Como de costumbre visita el mausoleo de la familia Ovando-Ramírez, en el Cementerio Nacional Máximo Gómez, donde están sepultadas su madre y su hija. Con la voz entrecortada mientras de sus ojos brotaban lágrimas, apenas alcanzaba a hablar en voz baja. Con nostalgia contó al LISTÍN DIARIO que “no son de remordimiento, sino de conformidad porque hice todo lo que pude en vida”. “Quienes están muertos son aquellos seres que no se visita. Para mí no están muertos, sino en el cielo”, fueron las palabras que evocó mientras colocaba flores nuevas en el sepulcro. Expresó que nunca imaginó que esas pérdidas fueran a “destiempo”. Su madre, Juana Ovando, cariñosamente Kika, falleció un 24 de septiembre de 1986. “Mi mamá era muy querida y fue un ser de luz. Lo más alegre del barrio y le gustaba mucho el can (palabra utilizada para una persona fiestera)” evocó sobre su madre. El día de su partida lo recuerda como algo inexplicable, pues todo marchaba bien en la casa y nunca imaginó su partida. “Ese día los vecinos estábamos listos para ir a la playa con ella, pero de repente, padeció un edema pulmonar y al instante murió como un pajarito”, expresó llena de lágrimas. En consonancia a esto, habló de su hija, Merelen Yumela Ramírez Ovando, quien a la edad de 24 años y cursando la última materia de la carrera de Derecho en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), falleció producto a un cáncer pulmonar. A pesar de que los años de vida no le alcanzaron para convertirla en madre, también es recordada entre sus familiares como un ser que irradiaba luz.

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