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Santo Domingo.- Mayo es un mes de celebración a las madres, con gestos de cariño y gratitud. No obstante, más allá de estas muestras entrañables, esta fecha puede ser una oportunidad para detenernos y reflexionar sobre una faceta menos visible, pero profundamente importante, de la maternidad: la salud mental materna.
Hablar del bienestar emocional de las madres, sin tabúes ni eufemismos, implica reconocer los desafíos emocionales, psicológicos y sociales que muchas mujeres enfrentan durante el embarazo, el posparto y en su vida diaria como madres.
Es un tema necesario y urgente, especialmente en una región donde esta condición sigue siendo poco visibilizada y la conversación pública es escasa, a pesar de que muchas mujeres la afrontan en silencio.
Esta urgencia se refleja en cifras que no pueden ignorarse. La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que la depresión es la segunda causa más importante de discapacidad, precedida únicamente por las enfermedades isquémicas (infartos, insuficiencia coronaria, accidente cerebrovascular).
El período posterior al nacimiento de un bebé puede ser una auténtica montaña rusa emocional, algo que muchas madres viven en silencio. Por eso, es necesario hablar de ello de forma abierta, con buena información y, sobre todo, con empatía.
Leena Mittal, MD, psiquiatra de Mass General Brigham y jefa de la División de Salud Mental de la Mujer en Brigham and Women’s Hospital, explica que “muchas veces se habla de depresión posparto, cuando en realidad se trata de una gama más amplia de complicaciones emocionales durante el período perinatal”.
Este período, precisa, comienza durante el embarazo y se extiende hasta 6 a 12 meses después del parto.
Mittal también aclara que los síntomas del baby blues se diferencian de los de la depresión posparto (DPP), ya que mientras que el primero se caracteriza por altibajos emocionales pasajeros, la DPP implica un estado de ánimo persistentemente bajo y un impacto significativo en la vida cotidiana.
Después del nacimiento de un bebé, es común que las madres atraviesen una intensa oleada de emociones. Alegría, ansiedad, cansancio y sensibilidad suelen entrelazarse en un período de grandes cambios físicos y emocionales.
Sin embargo, no todas las mujeres viven el posparto de la misma manera. Por eso, es fundamental distinguir entre el baby blues habitual y la depresión posparto (DPP). Reconocer la diferencia permite buscar apoyo profesional a tiempo y ofrecer el acompañamiento adecuado.
El baby blues es un cambio en el estado de ánimo que afecta aproximadamente al 80% de las personas que dan a luz.
Se manifiesta como altibajos emocionales, ansiedad, llanto fácil, irritabilidad o problemas de sueño.
Aparece entre el segundo y tercer día después del parto y suele desaparecer de manera natural en una o dos semanas. Se asocia principalmente a los cambios hormonales bruscos y al ajuste físico y emocional de la maternidad.
La DPP es más grave y persistente. Puede presentarse en cualquier momento durante el primer año después del parto.
Un nuevo bebé representa una transición importante que puede desencadenar una serie de emociones intensas.
Sin embargo, experimentar cambios de humor no significa necesariamente que se esté desarrollando un trastorno del estado de ánimo.
Los primeros signos de DPP pueden incluir una profunda dificultad para levantarse de la cama, falta de energía para realizar tareas cotidianas y problemas para cuidarse a sí misma o al bebé.
En muchos casos, son la pareja o personas cercanas quienes perciben estos cambios antes de que la madre sea plenamente consciente de lo que está ocurriendo.
Otros signos y síntomas, que pueden ir de leves a graves, incluyen:
A diferencia del baby blues, la depresión posparto no desaparece por sí sola y puede interferir seriamente con el bienestar de la madre y el desarrollo del bebé si no se trata.
Aunque no existe una causa única, los factores de riesgo incluyen antecedentes de depresión, falta de apoyo social, situaciones financieras difíciles, problemas médicos y estrés durante el embarazo o el parto.
El tratamiento puede incluir psicoterapia, medicación (como antidepresivos seguros durante la lactancia) y redes de apoyo emocional. Buscar ayuda no te hace menos madre; al contrario, es un acto de valentía y demuestra que te preocupas profundamente por ti y tu familia.
Ser madre no debería implicar descuidarse. Si tú o alguien que conoces presenta signos de DPP, es importante hablar con un profesional de salud mental o un ginecólogo. Hay una salida, hay apoyos disponibles y, lo más importante, hay esperanza.
Que este mes de celebración a las madres no se limite solo a flores y abrazos, sino que sirva también como un recordatorio de la importancia de cuidar su bienestar emocional.
Que la conciencia sobre su salud mental se extienda más allá de un solo día, promoviendo la escucha activa, el acceso a información y el apoyo continuo a lo largo del año.
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