Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la nueva variante de COVID-19 no representa, por ahora, riesgos extraordinarios para la salud, más allá de los habituales en otras variantes.
Denominada NB.1.8.1, fue detectada en aeropuertos estadounidenses a través de viajeros procedentes de regiones del Mediterráneo oriental, el sudeste asiático y el Pacífico occidental, en un momento en que la postura oficial de Estados Unidos sobre la vacunación contra el COVID-19 está cambiando, dejando de recomendarse en niños sanos y mujeres embarazadas.
Si bien no se destaca como una de las enfermedades más graves del virus SARS-CoV-2, manteniéndose “bajo monitoreo”, comparada con otras variantes sí se propaga con mayor rapidez, llegando a mediados de mayo a casi el 11% de las muestras secuenciadas reportadas.
La OMS puntualizó que, aunque se han notificado incrementos de casos y hospitalizaciones en algunos países de la Región del Pacífico Occidental, que presenta la mayor proporción de NB.1.8.1, no hay informes que sugieran que la gravedad de la enfermedad asociada sea mayor en comparación con otras variantes en circulación.
Además, explicaron que todavía no hay resultados clínicos que hayan reportado el impacto de esta nueva variante, pero sí se experimenta un aumento en los casos y hospitalizaciones relacionados con el SARS-CoV-2.
Los datos de vigilancia clínica rutinaria no indican signos de mayor gravedad asociados con NB.1.8.1, en comparación con las variantes que circulaban previamente.
En la actualidad no hay evidencia de aumentos en indicadores como los ingresos en cuidados intensivos relacionados con COVID-19 y las muertes por hospitalización, ni en la mortalidad por todas las causas.