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Protestas en Los Ángeles: Olvera y Little Tokyo buscan renovar su identidad después de las manifestaciones

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Los japoneses fueron el primer grupo en emigrar a Los Ángeles, así que lo sabemos, sufrimos mucho", sentenció.

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A escasas cuadras del epicentro de las protestas, en repudio a las deportaciones dispuestas por el presidente estadounidense Donald Trump, se ubica la calle Olvera, una pintoresca plazoleta donde españoles y mexicanos fundaron el pueblo de Los Ángeles. / Archivo.

Los Ángeles (EE.UU.).- A una semana de iniciarse las protestas contra las redadas migratorias, el centro de Los Ángeles intenta recobrar su aspecto habitual, aunque muchos negocios siguen cerrados y la afluencia de turistas en las zonas próximas a las manifestaciones continúa siendo escasa.

A pocas cuadras del corazón de las protestas, en rechazo a las deportaciones ordenadas por el presidente estadounidense Donald Trump, se encuentra la calle Olvera, una colorida plazoleta donde españoles y mexicanos fundaron el pueblo de Los Ángeles a finales del siglo XVIII, mucho antes de que pasara a manos de Estados Unidos.

La historia de sus muros acoge el paso de los inmigrantes mexicanos que llegan a EE.UU. en busca de una vida mejor y, con el inicio de las protestas, el barrio adquiere un simbolismo especial para algunos, sirviendo de punto de reunión para unirse a las manifestaciones frente a las oficinas del Edificio Federal.

La música tradicional mexicana sigue resonando en la placita principal junto a unas cuantas personas que disfrutan sentadas de los días soleados, pero Olvera ya no es como se recuerda: aunque el color de sus puestos comerciales aún persiste, su imagen se reduce a unos pocos turistas y algunos negocios que abren mientras protegen a los de sus vecinos.

Declarado Monumento Histórico de la ciudad, esta popular zona recibe a diario la visita de miles de turistas que se instruyen sobre la historia de la fundación de la metrópolis a través de sus calles.

El vandalismo de los últimos días en los alrededores de Olvera todavía intimida a algunos de los trabajadores.

Aún quedan unas cuantas horas para el toque de queda al que deben sujetarse, pero los dependientes, tras una mañana sin apenas visitas, recogen los puestos antes de tiempo: “¿Si no viene nadie, a quién le vamos a vender?”, se interrogan.

El pequeño barrio también intenta regresar a la normalidad tras los altercados del fin de semana, que llegaron a causar destrozos en algunos locales y hoteles.

Por ello, las calles y la plaza principal que lo componen se han resguardado con tablones de madera para evitar más actos vandálicos y para proteger los cristales de los escaparates de las tiendas, la mayoría de ellas todavía cerradas.

Restaurantes como el de Don Tahara cierran antes de lo previsto para adaptarse a las exigencias de las autoridades, pero aun así “la gente no quiere venir a Little Tokio debido a las protestas”, comenta a EFE.

Si bien para Tahara es buena idea implementar el toque de queda para mantener a la gente fuera de las calles en la noche, dado que ha mejorado la seguridad en el barrio, los incidentes de los últimos días merman la economía de sus negocios.

“El perjuicio ha sido muy dañino para nuestra empresa”, admite.

El barrio, a pesar de perder su vida cotidiana, demuestra su apoyo a la comunidad inmigrante. A las pintadas en las aceras de “No al ICE”, el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas, responsable de realizar las redadas migratorias de Trump que se dieron durante las violentas protestas del fin de semana.

Además se suman pegatinas repartidas por los propios vecinos y de paso decoran las tablas de madera que protegen los comercios locales.

“Little Tokyo fue creado por inmigrantes de Japón. Entonces, tenemos una rica historia con la inmigración, mi padre tuvo problemas con el racismo al llegar”, relata Tahara.

Mucho antes de asentarse “hubo discriminación en Los Ángeles contra los asiáticos. Los japoneses fueron el primer grupo en emigrar a Los Ángeles, así que lo sabemos, sufrimos mucho”, sentenció.

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