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Descubre cómo la luz artificial urbana extiende la temporada de crecimiento vegetal

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Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Un grupo liderado por investigadores chinos publica en Nature Cities un estudio que, basándose en datos satelitales de siete años, analiza 428 ciudades del hemisferio norte, incluyendo Nueva York, París, Toronto y Pekín.

La urbanización acelerada eleva la temperatura en las urbes, debido a los edificios y al hormigón que absorben y emiten calor, y también las ilumina más de noche; la cantidad de luz artificial nocturna ha crecido un 10% en promedio en la última década.

Ambos factores influyen en gran medida en los ciclos de crecimiento de las plantas. El estudio revela que la iluminación artificial nocturna “se incrementa exponencialmente hacia los centros urbanos y tiene un impacto superior al de la temperatura del aire en la extensión del periodo vegetativo urbano, especialmente retrasando su final, aunque los efectos varían según las regiones climáticas”.

Además, sugiere que el efecto de la luz artificial nocturna en la estación de crecimiento podría complicarse aún más por la transición reciente de las lámparas de sodio de alta presión a la iluminación LED, a la cual las plantas podrían ser más sensibles, aunque es necesaria más investigación sobre este aspecto.

El equipo, que también contó con investigadores estadounidenses y alemanes, recabó datos sobre la luz artificial nocturna, la temperatura del aire cercana a la superficie y los periodos de crecimiento de las plantas.

El impacto de la luz artificial es especialmente notable al final del periodo vegetativo en comparación con su influencia al principio.

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En concreto, el inicio de la estación de crecimiento se adelanta una media de 12,6 días en comparación con el entorno rural y el final se retrasa 11,2 días en las ciudades estudiadas.

Estas tendencias generales se observan en todas las ciudades del hemisferio norte, aunque existen diferencias entre continentes, dependiendo de las zonas climáticas.

Así, el comienzo de la estación es más temprano en Europa, seguido por Asia y después Norteamérica, a pesar de que las ciudades en esta última zona sean más luminosas. El efecto de las luces nocturnas es mayor al principio de la temporada en algunas zonas climáticas, como los climas templados con veranos secos y los climas fríos sin estación seca, mientras que el efecto al final de la temporada de crecimiento fue más consistente en todas las ciudades.

La caída temprana de hojas y la senescencia tardía provocadas por la luz nocturna artificial pueden aumentar el riesgo de daños por heladas a principios de primavera y finales de otoño, alterar las interacciones entre plantas y polinizadores y ocasionar la aparición más temprana de síntomas de alergia al polen, indican los investigadores en el artículo.

Ante el incremento de la urbanización y el cambio climático, para los autores es “imprescindible aplicar soluciones de iluminación sostenibles” que protejan mejor los árboles y sus comunidades asociadas mediante medidas de conservación efectivas, promoviendo en última instancia ecosistemas urbanos resilientes y saludables. EFE

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