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Andalucía no es que haya perdido el tren. Andalucía ha descarrilado. Los usuarios de trenes de Alta Velocidad y Media Distancia ya asumen con naturalidad y resignación que no saben a qué hora comenzará su viaje ni cuándo llegará a su destino. El … AVE, paradigma nacional de la puntualidad, sufre retrasos de manera constante, tantos que hubo que cambiar su política de indemnizaciones. La RENFE, antaño con fama de infalible, ve ensuciado su prestigio y critican que funcionan mejor los enchufes que las catenarias. En ADIF ya ha tenido que intervenir hasta la Justicia y la Guardia Civil.
Y mientras, los viajeros reciben estas noticias apilados en las estaciones andaluzas, eso con suerte. Porque algunos se quedan bloqueados en páramos desérticos a más de 40 grados, sin obtener la información que necesitan, y sin agua ni comida. Sin que nadie sepa responder por qué cada tres días hay un problema, una incidencia, una avería, un fallo, una demora de los trenes en la Comunidad andaluza.
La falta de inversión en el mantenimiento tanto de las vías como de los ferrocarriles, además de la necesaria renovación de una flota obsoleta, se erigen como los principales motivos para explicar los numerosos contratiempos registrados.
El año 2025 está siendo negro para el transporte público en Andalucía, alcanzando mayor relevancia cuando se quiebra el enlace con Madrid; no obstante, el repunte es aún más significativo en estos dos últimos meses, desde que el apagón eléctrico de la Península Ibérica elevara el caos y la indignación a la máxima potencia.
Desde ese 29 de abril hasta el primer día de julio se han podido contabilizar 19 jornadas de incidencias significativas, con algunos momentos en que se han registrado complicaciones en diversos puntos de la región a la misma vez.
Los andaluces tienen un problema con sus trenes uno de cada tres días, dos veces a la semana. No se incluyen aquí retrasos de menor duración, habituales en la Media Distancia, la línea 76 que une Cádiz con Jaén y vertebra parte de Andalucía. Ni los diarios en Cercanías o aquellos que vienen motivados por las obras pertinentes para mejorar las infraestructuras y que ofrecen la alternativa del autobús. Incluso en algunas ocasiones las incidencias pasan desapercibidas pues dependen de las denuncias de los pasajeros y la fiscalización mediática, no de las publicaciones oficiales.
La falta de suministro eléctrico, las pérdidas de tensión de las catenarias en puntos perfectamente localizados y el robo de cobre aparecen detrás de esos graves problemas de movilidad que desembocan en colapsos en las estaciones (especialmente la sevillana de Santa Justa) y las imágenes de viajeros tirados en medio del campo, entre las vías.
Se señalan percances en todas las provincias, todas castigadas. Ya en Cádiz, Jaén, Huelva o Almería lamentan que no llegue la Alta Velocidad y el deterioro de la mencionada línea 76. No obstante, son Sevilla, Málaga y Córdoba las principales perjudicadas precisamente por la circulación del AVE y la entrada de las operadoras privadas, Ouigo e Iryo, que han saturado una red ya de por sí deficitaria.
Una veintena de incidencias. Las más destacadas, las que han afectado a un mayor número de pasajeros, se han localizado en las estaciones de Sevilla, Málaga y sus enlaces con la capital de España. Justo una semana después del apagón (4 de mayo) se ‘congelaba’ la circulación por el robo de cable en cinco puntos distintos de la provincia de Toledo y el supuesto ‘enganchón’ de un tren con una catenaria que bloqueó el suministro. Entonces Óscar Puente, ministro de Transportes, refería un posible ‘sabotaje’ que aún no ha podido demostrar y que descartó la Benemérita. Coincidía además con el inicio de la Feria de Sevilla y un aluvión de visitantes desde la meseta.
Lo que mal empieza mal acaba y de nuevo, semana después, domingo de caos en la estación de Santa Justa de Sevilla, con retrasos del AVE a Madrid de más de dos horas por una “incidencia técnica”, según Renfe.
“Ajustes logísticos” obligaron a cancelar tres trenes entre Granada y Málaga en 48 horas, reubicando a los pasajeros en autobuses.
El 19 de junio, celebración de Corpus Christi en Sevilla y Granada y por tanto festivo en ambas localidades, se detectaba una nueva aglomeración en Santa Justa pues la “falta de suministro” paralizaba una docena de trenes entre Sevilla y Cádiz, con la incidencia detectada en la localidad de Dos Hermanas.
El ‘penúltimo’ desastre se producía este martes caótico con una afectación a todo el centro-sur de España. El primer día de julio (inicio de temporada vacacional), con la cumbre de la ONU en Sevilla y en plena ola de calor, una “avería en una catenaria” en la Sagra (Toledo) y la dificultad para rescatar dos trenes afectaba en más de 50 viajes y a más de 25.000 pasajeros.
El Ministerio de Transportes ha ofrecido “cero explicaciones” al colapso de esta semana, lo que invita a atender las opiniones de los expertos. Hay cierta unanimidad en afirmar que la falta de inversiones en el mantenimiento de las conexiones y el aterrizaje de operadores privados, con el mayor desgaste de las infraestructuras son las causas principales de que un andaluz tenga problemas con el tren cada tres días.
Insinúan que quizás España aún no estaba preparada para asumir la entrada de nuevas compañías y que además se observa una incapacidad en la reacción, normalmente tardía y deficitaria. La ministra María Jesús Montero, usuaria habitual de estas líneas, incluso desliza la posibilidad de un “sabotaje”, mientras que la Junta mantiene que es un “castigo” a Andalucía que no sería sostenible en otras comunidades.
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