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Santo Domingo, RD. – Posiblemente conozcas a alguien diestro en interrumpir pláticas, o que simplemente desee ser el centro de atención sin permitir que los demás se expresen, dando la impresión de que lo que tienes que decir no es relevante.
Las conversaciones, que usualmente son ese canal que empleamos los seres humanos para expresar y liberar nuestras emociones, así como sentimientos que pueden servir para forjar vínculos a futuro, también pueden ser el medio para herir los sentimientos ajenos al no permitir que fluyan apropiadamente.
No obstante, la revista Psicología Social señala que cerca del 70% de las interrupciones surgen debido a que en nuestro cerebro se produce una reacción espontánea de asociación de ideas. “Mientras alguien habla, nuestro cerebro trabaja a toda velocidad: anticipa lo que va a decir, recuerda situaciones similares y evalúa si nuestra intervención será adecuada”.
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El psicólogo Dioscoride Paulino explica que las personas que suelen interrumpir al hablar con otros puede parecer un comportamiento menor o cotidiano, pero desde la psicología revela capas más profundas del funcionamiento humano.
Según el especialista en conducta humana, no se debe caer en la simplificación absurda de creer que esto siempre tiene una única causa ni un único significado. Pues, según detalla, depende del contexto en el que se da la acción de interrumpir del individuo y de la relación con el otro. Sin embargo, se pueden encontrar algunas explicaciones generales.
Conforme al psicólogo clínico, a veces la interrupción nace de la ansiedad: el temor a olvidar una idea o el deseo apremiante de validarse. Mientras que otras veces, responde a un patrón aprendido donde no se cultivó la escucha como acto de presencia, sino la respuesta como forma de destacar, llamar la atención, sentirse importante.
Además, subrayó que dicha conducta puede ser reflejo de una cultura que valora más el hablar que el comprender, y donde la conversación se convierte en una competencia por tener la razón en vez de un puente para encontrarnos.
Sin embargo, el especialista en psicología con más de 15 años de experiencia acompañando en procesos de transformación humana a nivel individual, grupal y organizacional, puntualizó que hay algo más sutil.
Ya que interrumpir frecuentemente puede indicar una dificultad para tolerar la vulnerabilidad del silencio y la incertidumbre de no saber qué dirá el otro. “Escuchar de verdad implica ceder el control un momento, y eso incomoda a muchas personas” enfatizó.
Pero, añadió que no todas las interrupciones son negativas, dado que algunas de ellas nacen del entusiasmo genuino, del deseo de conectar o de una emoción que desborda.
De acuerdo con el experto en conducta humana, la clave reside en la intención y en cómo se siente el otro cuando ocurre la interrupción.
Según el psicólogo clínico, aprender a escuchar sin interrumpir no es solo una muestra de habilidad comunicativa, sino que representa la palabra respeto en su máxima expresión.
Por lo cual, practicar la escucha es un acto profundo de respeto y reconocimiento: decirle al otro, con nuestra atención, “tu voz importa, tu experiencia merece ser escuchada sin prisas ni juicios”.
Es por esto que se aconseja escuchar y dejar que la escucha sea un reflejo del respeto que sentimos por los demás.
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