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MADRID 9 Jul. (EUROPA PRESS) –
En las profundidades azules que abrazan las costas de Turquía, se esconde un universo tan vibrante y conmovedor como los paisajes de la Capadocia o los bazares de Estambul.
Más allá de mezquitas resplandecientes y ciudades cargadas de historia, el país ofrece una faceta menos conocida, pero igualmente mágica: un mundo subacuático de cuevas milenarias, corales de colores increíbles, restos de barcos de guerra, focas en peligro de extinción y formaciones geológicas misteriosas.
Desde el cálido Mediterráneo hasta el fresco Egeo, la Agencia de Promoción y Desarrollo Turístico de Turquía invita al viajero a descubrir su alma submarina a través de cuatro enclaves de buceo que no solo emocionan por su belleza natural, sino que también narran, desde las profundidades, siglos de historia, leyendas y biodiversidad.
KAS, DONDE LA HISTORIA DESCANSAN BAJO EL MAR (ANTALYA).
Frente a la costa meridional de Antalya, Kas se presenta como una joya intacta del buceo internacional. Este antiguo pueblo de pescadores, hoy convertido en refugio de aventureros y amantes del mar, alberga más de 20 sitios de inmersión en los que se mezclan paredes de coral, sumideros, cañones e islas solitarias. Pero lo que realmente hace único a Kas es su fusión entre naturaleza y arqueología.
Bajo sus aguas turquesas se ocultan los restos de un avión militar C-47 Dakota, un barco mercante griego llamado Dimitri y hasta los vestigios de un buque de bomberos italiano de la Segunda Guerra Mundial. Bucear aquí es adentrarse en un museo sumergido, donde la vida marina convive con los recuerdos oxidados del pasado.
Además, si el viajero tiene suerte, podrá encontrarse cara a cara con una de las especies más escurridizas y emblemáticas del Mediterráneo: la foca monje, que habita en cuevas protegidas de esta región.
Y para quienes deseen prolongar la aventura en tierra firme, los restos arqueológicos de las civilizaciones licia y caria aguardan a pocos kilómetros, entre montañas y senderos poco transitados.
FETHIYE, UN TEMPLO NATURAL SUMERGIDO (MUGLA).
Donde el Egeo y el Mediterráneo se funden, en la costa de Mugla, Fethiye ofrece uno de los paisajes submarinos más impresionantes de Turquía. Sus aguas translúcidas esconden túneles, arcos coralinos y formaciones rocosas que recuerdan a antiguas ciudades perdidas. Bucear en la Isla Roja (Kizil Ada) es como deslizarse por un anfiteatro natural esculpido por siglos de erosión y vida marina.
Cerca de allí, el punto de inmersión Turkish Hamam, una cueva semiabierta bañada por haces de luz natural, proporciona una experiencia casi mística. En el lugar conocido como Afkule, un antiguo monasterio encaramado a los acantilados, se puede acceder a una cueva tapizada de corales lechuga, anémonas y delicados encajes marinos.
El fondo marino de Fethiye también alberga ánforas antiguas, el Arrecife de las Barracudas y el sistema de Tres Túneles, una serie de pasadizos naturales formados en la roca que despiertan la imaginación.
Y si tras la inmersión uno desea volar, nada como hacerlo en parapente sobre la laguna de Ölüdeniz, para ver desde el cielo ese azul que poco antes nos envolvió bajo la superficie.
BODRUM, LUJO EN LA SUPERFICIE Y MISTERIO EN EL FONDO.
Famosa por su vida nocturna, yates y hoteles con estrellas, Bodrum también esconde bajo su litoral un paisaje radicalmente distinto: un territorio submarino rebosante de vida y relatos olvidados. Con más de 20 puntos de buceo, la península sorprende con arrecifes que parecen jardines flotantes, cuevas teñidas de púrpura y amarillo, y pecios que guardan los ecos de guerras pasadas.
Entre sus tesoros, destacan los Pequeños y Grandes Arrecifes, así como el avión de un paracaidista turco que yace casi intacto bajo las olas. No muy lejos, el Museo de Arqueología Submarina de Bodrum –situado en el Castillo de San Pedro– exhibe el pecio de Uluburun, uno de los naufragios más antiguos del mundo, datado en el siglo XIV a.C.
Cuando cae la tarde, los sabores toman el relevo. Bodrum ofrece una gastronomía de alto nivel, con restaurantes con estrellas Michelin donde los productos del mar (recién sacados de esas mismas aguas) se convierten en experiencias sensoriales inolvidables.
ÇANAKKALE, HISTORIA SUMERGIDA EN EL ESTRECHO DE LOS DARDANELOS.
Más al norte, donde el Egeo comienza a fundirse con el Mar de Mármara, Çanakkale emerge como destino singular para el buceo de historia. Las aguas de esta región fueron escenario de la Batalla de Galípoli durante la Primera Guerra Mundial. Hoy, el Parque Histórico Subacuático de Galípoli protege 14 pecios documentados, entre ellos el del Lundy, un barco de 188 toneladas que se ha convertido en un arrecife artificial vibrante.
Además del buceo, el viajero puede seguir el rastro de la historia en la superficie. A pocos kilómetros se encuentra el yacimiento arqueológico de Troya, donde mito y realidad se entrelazan entre muros milenarios y pasillos del galardonado Museo de Troya.
Çanakkale es, sin duda, el punto de encuentro entre el viajero curioso y el explorador submarino, entre el presente y el eco silencioso de antiguas batallas.
UNA TURQUÍA QUE NO SE VE PERO SE SIENTE.
Cada inmersión en Turquía es un viaje no solo a las profundidades del mar, sino también a las profundidades del tiempo. Aquí, la belleza natural y la historia se funden con una biodiversidad sorprendente, creando una experiencia que cautiva los sentidos y deja una huella indeleble.
Para quienes buscan algo más que playas soleadas, Turquía ofrece un turismo azul con alma: un rincón del mundo donde los paisajes más emocionantes no están sobre la tierra sino bajo el agua.
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