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WASHINGTON (AP) — Tras las inundaciones mortales en el centro de Texas en 1987, algunos pensaron haber superado la peor prueba de la Madre Naturaleza. Luego llegaron las catastróficas inundaciones repentinas de este mes, con cantidades incalculables de lluvia en pocas horas y más de 100 fallecidos.
Antes de 2021, el habitualmente templado noroeste del Pacífico y el oeste de Canadá parecían poco propensos a una ola de calor letal, pero la sufrieron. Hawái, antes percibida a un océano de distancia de los incendios forestales alimentados por la sequía, dejó de estarlo. Y muchos en el interior de Carolina del Norte consideraban los huracanes un problema costero, hasta la llegada de los remanentes de Helene el año pasado.
El cambio climático está haciendo que los fenómenos meteorológicos extremos sean más frecuentes e intensos, según científicos del clima y datos gubernamentales. Pero las personas y los gobiernos suelen vivir anclados en el pasado, sin aceptar que el clima extremo es ya la norma, y mucho menos prepararse para el futuro más adverso que se avecina, explicaron expertos en meteorología, desastres y salud a The Associated Press.
“El cambio climático convierte lo que era extremo en algo promedio, típico, y lo que antes no ocurría en una vida humana, o incluso en mil años, se vuelve el nuevo extremo. Empezamos a experimentar sucesos que básicamente nunca habían tenido lugar”, afirmó Michael Oppenheimer, científico del clima de la Universidad de Princeton.
El promedio estival de diez años del índice de extremos climáticos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, que documenta huracanes, lluvias torrenciales, sequías y temperaturas altas y bajas, es un 58% más alto que en la década de 1980.
Pese a la sombría trayectoria, la sociedad no está reaccionando con suficiente alarma, aseguró Oppenheimer.
“Hay mucha evidencia de que nos quedamos de brazos cruzados, mientras estos riesgos se nos echan encima como un tren en marcha y nosotros parados en las vías. Y luego, de repente, ¡pum!”, señaló.
Aunque el cambio climático es el problema principal, la manera en que reaccionamos o ignoramos los cambios podría agravar la situación, afirmaron los expertos.
Marshall Shepherd, profesor de meteorología en la Universidad de Georgia, que anteriormente fue presidente de la Sociedad Meteorológica Estadounidense, comentó que la gente tiende a tomar decisiones basadas en cómo les fue durante eventos climáticos extremos pasados, incluidas tormentas que no les afectaron directamente. Esto les hace ser demasiado optimistas sobre que también les irá bien hoy, aunque las tormentas se hayan vuelto más agresivas.
Se refiere a las inundaciones en Texas.
“Es una zona de inundaciones repentinas. Sabemos que las inundaciones ocurren en esa región muy a menudo. (…) Ya he escuchado afirmaciones de sesgo de normalidad por parte de gente de esas regiones que dicen, bueno, nos inundamos siempre”, dijo Shepherd, señalando que la cantidad de lluvia que cayó en solo unas pocas horas la semana pasada no fue nada normal.
La gente debe cambiar su manera de pensar sobre los desastres, incluso si no viven en los lugares más propensos a ellos, indicó Kim Klockow McClain, científica social de clima extremo en la Corporación Universitaria para la Investigación Atmosférica, que estudia la comunicación de advertencias de desastres y riesgos.
“El mensaje debería ser, si estás acostumbrado a un cierto grado de inundaciones molestas, de vez en cuando, observa lo sucedido en Texas y date cuenta de que esto es un cambio de referencia”, explicó.
Una y otra vez, tras tormentas e incendios forestales catastróficos, la gente cuyas vidas se vieron afectadas expresa que no creyó que les podría pasar. Esta mentalidad ayuda a las personas a sobrellevar la situación, pero cuando los fenómenos extremos ocurren con más frecuencia y en más lugares, puede impedirles prepararse adecuadamente.
“Es una especie de mecanismo psicológico para protegernos ante la idea de que no pueda sucedernos a nosotros”, dijo Susan Cutter, codirectora del Instituto de Vulnerabilidad y Resiliencia ante Desastres de la Universidad de Carolina del Sur.
Sobrevivir a eventos extremos anteriores hace creer a la gente que no volverá a suceder o, si sucede, que estarán bien, dijo Lori Peek, directora del Centro de Desastres Naturales de la Universidad de Colorado. Advirtió que este exceso de confianza puede ser peligroso: “El hecho de que haya sobrevivido a un incendio, una inundación, un huracán o un tornado, no significa que la próxima vez vaya a ser igual”.
A medida que el clima se ha vuelto más extremo, nuestra capacidad de preparación y reacción no ha ido al mismo ritmo, expresaron los científicos.
“La infraestructura está envejeciendo en nuestro país y es más vulnerable, dado que, es un hecho, hay más personas viviendo en zonas de peligro”, dijo Peek. “Mientras que nuestra población ha seguido aumentando, no solo tenemos más personas en el país, sino también más viviendo en áreas especialmente peligrosas, como nuestras zonas costeras”.
Los despidos masivos del gobierno de Trump y los recortes planeados en las agencias que estudian el clima y ayudan a advertir y lidiar con desastres — la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias, el Servicio Meteorológico Nacional y los laboratorios de investigación de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica y el Servicio Geológico de Estados Unidos — podrían empeorar aún más la situación, dijeron varios expertos.
Personas competentes y experimentadas ya han abandonado estas agencias, y podría llevar años compensar su conocimiento y habilidades, manifestaron.
“Estamos destruyendo la capacidad que tenemos y que vamos a necesitar cada vez más en el futuro”, dijo Oppenheimer.
Con respecto a desastres futuros, el país necesita determinar y planificar el peor escenario posible en lugar de mirar al pasado, comentó Peek.
“Este es nuestro futuro”, dijo Peek. “Es obvio que estamos viviendo en un futuro donde habrá más incendios, inundaciones y olas de calor”.
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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.
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