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Contribución a la reforma del sistema educativo del país

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A primera vista, la educación dominicana parece un pandemónium sin solución en las gestiones recientes, a pesar de la alta calidad humana y formativa de sus ministros.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

A primera vista, la educación dominicana parece un pandemónium sin solución en las gestiones recientes, a pesar de la alta calidad humana y formativa de sus ministros. Transformar la educación dominicana es un imperativo categórico reconocido por todos, pero su camino ha sido difícil y tortuoso hasta el presente.

No obstante, producto del consenso nacional de la clase política, diversas agrupaciones ciudadanas y de la sociedad civil lograron asignar el 4% del PIB, con el agravante de que los resultados, salvo escasos componentes, muestran un estancamiento preocupante.

Un punto de inflexión reconocido fue la gestión de doña Jacqueline Malagón y el Plan Decenal de 1990. Indudablemente, marcó el rumbo por décadas, gracias a su visión certera en cuanto a metas e indicadores a lograr, además de la promulgación de la ley 66-97, aún vigente en ese ministerio. En ese entonces, se contó con el Dr. en Educación de la Universidad de Montreal, Lorenzo Guadamuz, costarricense, actual presidente de Innova Technology, de gran prestigio internacional.

Sus objetivos más destacados fueron: Reformar el currículo para mejorar la calidad de la enseñanza. Mejorar las condiciones laborales y la capacitación de los docentes. Transformar la gestión institucional para hacerla más eficiente. Fomentar la participación de la comunidad en la gestión educativa. Aumentar la inversión en educación a un 2% del Producto Interno Bruto (PIB). Puesto en vigencia, el Plan Decenal dio origen a los currículos de nivel inicial, básico y medio, documentos valiosos que se mantienen y son estudiados en las universidades dominicanas por los estudiantes de educación.

Estuve involucrado en la gestión de doña Milagros en el período 2000-2004, específicamente en la Oficina de Cooperación Internacional (OCI), donde los préstamos del BID/BM se enfocaron en los siguientes componentes/categorías necesarios para dotar a la educación de las capacidades requeridas para elevar su calidad: 1-Reforma curricular nacional 2-Materiales y recursos didácticos 3-Desarrollo de Recursos Humanos 4-Evaluación nacional de rendimiento escolar (Pruebas nacionales y Desempeño Docente) 5-Infraestructura escolar 6-Fortalecimiento institucional 7-Sistema de información gestión educativa (SIGERD) 8- Nutrición escolar (PAE) 9- Participación comunitaria (APMAE) 10- Sistema de monitoreo y evaluación (SNMyE).

Destaco las palabras de Guadamuz: “la educación debe planificarse con herramientas modernas”, refiriéndose a la Educación 4.0, aunque estamos lejos de esa realidad. Cada país debe construir su edificio educativo acorde a los tiempos presentes, pero con visión de futuro. “La educación 4.0, como la llama, tiene que adaptarse al “futuro cambiante” que plantea el siglo XXI”, dijo el especialista en Educación, Administración, Planificación e Inteligencia Artificial.

¿Qué hacer hoy para avanzar en una dirección acorde a los requerimientos y demandas de mejorar el sistema? Muchos de los aspectos que expondré son conocidos; deben retomarse y reorientarse para profundizar y lograr mayores resultados.

Sin duda, la calidad educativa no será posible sin profesores que se actualicen constantemente mediante cursos cortos intensivos, talleres, capacitaciones y actualizaciones especializadas según las áreas de aprendizaje y niveles por grado. Para ello, se deberá solicitar colaboración a países de la región con sistemas de calidad reconocidos, como Chile, Costa Rica, Uruguay, Perú y Ecuador, cuyos resultados son notables a nivel internacional. La diversidad de distintos países enriquecerá el nuestro, aprovechando las mejores prácticas mediante intercambios y pasantías programadas.

El ministerio deberá contratar profesores de estos países para acompañar procesos de transformación y cambios en el aula, monitoreando los resultados según estándares de metas establecidas, con parámetros de comprobación que marquen diferencias.

Está probado que el estímulo de las premiaciones en los estudiantes es un incentivo poderoso para la competencia por la calidad académica, y qué decir de los profesores en su labor de enseñanza. A nivel distrital y regional, deben crearse distintos reconocimientos, con remuneración económica y una placa para ambos. La premiación anual a la Excelencia Magisterial es digna de encomio, y podría ampliarse, no solo a la trayectoria y años de dedicación.

La educación actual se centra en cinco áreas principales, conocidas como STEAM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Artes y Matemáticas). Los planes de estudio y el currículo deben adaptarse, desde los niveles primario y secundario, a estas prioridades. Nuestros bachilleres deben desarrollar destrezas en TICs, matemáticas y ciencias aplicadas.

Los laboratorios informáticos, de física, matemática, biología, y los salones para prácticas manuales y musicales son clave para dotar a los estudiantes de conocimientos aplicados. La inmersión en el inglés como segundo idioma es de vital importancia.

En cuanto al Fortalecimiento Institucional, debemos reforzar los sistemas innovadores de evaluación, acreditación y certificación, mediante revisiones continuas que mejoren los estándares existentes. Es necesario contratar doctores en Educación de Chile o Uruguay, dada su alta calificación en el continente.

Requerimos urgentemente un sistema de acreditación de centros educativos públicos y privados para conocer la calidad de cada uno y evaluar fortalezas y debilidades.

Finalizo con una frase del físico más reconocido de la historia: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”, Albert Einstein.

El autor es economista.

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